Hielo y licor

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No siempre escribo poesía, en eso escribo lo que siento y como soy un poeta maldito solo vivo de vez en cuando. Mi libreta ya no tiene tinta, por los problemas de mi quinta, reclutas de mi mente, esta es la quinta fracción entre 47, miente siempre entre el mes en el que dejé de beber y el que supuestamente volví a amar, me entrené en el menester de ese ser que sede el medio por el cual llega a amar, sede su vida, sin sentido, sin cabida, no tiene salida, se quedo sin decirlo y sin saliva. Las cuerdas de mi guitarra se marcaron un eslabón suicida, la tonada de mis lágrimas es la más feliz de mi vida. Me pide que siga la daga que se oculta como cuchillo de cocina. ¿Desde cuando un caballo viene tocando la bocina? Pita está que tirita la rima, siempre escatima, siempre se lastima, ya no se anima con esa animosidad que goza mi libertad el momento de rimar, se adelanta y vuelve para atrás, la peor cárcel es creerte que no puedes avanzar. No puedes parar, solo se alcanzará al clavar cada palabra más allá del paladar, en nuestra mente, en todo lo que hacemos conscientemente y me vuelvo hacia mi vientre mientras me vi entrenar, entregar, cada gota de sudor para llenar una piscina, como soy escritor vacié una piscina de tinta, desgaste el teclado de un computador, me conocen como un acosador, porque con la palabra todo lo prostituyo, lo destruyo y lo construyo, reflejo hasta su orgullo, digo todo sin escrúpulos, a ciencia incierta en esta vida con acertijos, con la respuestas a la vista, los conocemos como amigos, nos cruzamos con unos cuantos falsos que me pasan cloro si canto, una sonrisa, un encanto; una risa, un llanto. Si no fui para tan poco es porque no fuiste para tanto.


Pensamientos inéditosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora