Pensamientos inéditos

A tiempo apasionado

Hoy quisiera hablar de Daniel. Él es otra posesión de ese carcelero que controla a través de la vida y sus excesos, de la obsesión por el sexo y el intercambio del tiempo por dinero. Ese es el resumen que se puede hacer sobre nuestro personaje, viendo las cosas por encima.

Daniel es contador, el gerente en su zona, en una compañía que se ha expandido por centro América y por algunos países del Sur, en ese trabajo gana lo suficiente para saldar todas las deudas y le sobra un poco que va ahorrando para gastarlo en él, en sus vicios. Frecuenta cada 2 o 3 semanas un strip club, va a lo de siempre, a no tomar porque si no, no le alcanza para un baile privado, ofrecerle un "dinero extra" a la bailarina para llevarla a un motel y tener relaciones sexuales. Así vivía con su vicio, se llevaba una, dos, hasta a tres, para lo que le alcanzara; siempre le gustaba experimentar, hacer cosas distintas, hacerlo sin protección ofreciéndole pastillas anticonceptivas. Un día conoce a Nobory, una bailarina exótica que le deja loco, le deleita su cuerpo y su movimiento, había pasado por tantas bailarinas y nunca había experimentado algo igual, sentía una atracción más allá de lo físico, no era sentimental, pues no sabía nada de ella, ni siquiera su nombre real, era una atracción química, le vuelve loco la segregación hormonal que produce aquella mujer antes, durante y después del sexo. Él no lo tenía claro, pero desde que la conoció dedicaba más de sus ingresos para frecuentar con ella. Estaba a gusto, vivía el hedonismo de un suicidio por matar por fin sus ganas, con el erotismo se apacigua, pues pasó de hacerlo sin sentir prácticamente nada a vivirlo dentro de las secreciones hormonales desenfrenadas. Intentó conocer más de Nobory, le preguntaba datos personales, pero ella era muy evasiva con esos temas, de vez en cuando le contestaba algo, escuchaba los problemas de Daniel y cosas así. Un día llegaron a salir a cenar, algo más formal, para conocerse, a él le pareció increíble lograr eso; como era de esperarse hubo un poco más de libertad al momento de hablar, pero igual ella solo hablaba una pequeña faceta, decía lo mínimo para no ser descortés. Daniel llego a saber que se llama Nora, es huérfana desde muy pequeña, estudia psicología, va en su segundo año de carrera y que tiene 21 años; eso fue lo último que llego a saber de ella, desde esa noche se desapareció completamente. Daniel desde ese momento comenzó a buscarla como loco, buscando en todos los clubes que conocía, estaba seguro de que se había cambiado de club, pero eso solo era una suposición errónea en su mente desesperada. Se había arraigado tanto a esas sensaciones hormonales, se había enganchado a ella, a su cuerpo, a su mente, cada vez quería más y ahora no sabía si podía tener ni una pisca, solo quería hablar con ella, saber de ella, hasta ese punto había llegado su atracción, le hacía creer un enamoramiento hacia ella, cuando solo estaba enamorado de su cuerpo, de su química o tal vez más que eso.

Pasaron 2 meses desde la desaparición de Nora. Daniel vuelto loco, desesperado, comenzó a beber en los clubes, cosas que antes no hacía, cada vez se iba tornando a peor, lo que eran "noches placenteras" para él, comenzaron a ser noches sin control, donde se podía ver de todo, habitaciones llenas de mujeres y hombres, llenas de drogas, tanto sexo sin placer, solo con odio, odio que Daniel sentía hacía la nada y lo descargaba con quien sea, ya no sentía placer, solo un alivio que cada vez tenía la necesidad de hacerlo más grande, porque ese odio se incrementaba. Continúo teniendo estas noches sin control, probando drogas, llegando a hacerlo con cada mujer que había en el cuarto, lleno de éxtasis, LSD y alcohol, salía de esas noches sin saber lo que paso, no era consciente de con quien lo hacía o si a él se lo hacían, despertaba llorando la mañana siguiente, cuestionándose sobre su vida con: ¿Qué cojones estoy haciendo? ¿Cómo llegué hasta aquí? ¿Esto es lo que quiero? ¿Qué pensarán mis padres? ¿Cuánto dinero me falta? Sin importar esas cuestiones cada noche le podía ese desgano de vivir que experimentaba constantemente, ese odio, rencor a la vida, a su vida concretamente, solo que él no lo reconoce y no sabe hacia donde dirigirlo, y lo desquita con el sexo vacío.