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A veces voy por épocas  

y me da por hablar del tiempo,

de lo largo de un segundo

y lo corto de una hora.


Muchos aprendimos a las malas que el tiempo no perdona,

que el segundero  cada vez  iba alando más la soga.

Y yo no se por donde empezar,

el segundero me dijo que no me daba ni un segundo para pensar.

Esta vida dentro de engranajes y un toque de aceite,

me ha dejado sin encaje y nada de suerte.

Soy una aguja rota,  me salí y estoy en lo más abajo del reloj,

siempre marcaba 47 minutos, creo que no contar el tiempo era mejor.

Me salí del reloj, estoy en el suelo;

no doy ni para marcar los minutos,

solo sirvo para apuntar, pero nunca me mire hacía dentro.








Pensamientos inéditosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora