DIECIOCHO

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Capítulo dieciocho: Estamos juntos en esto.



 Sonreí mirándome al espejo, mis manos temblaban y al pasar estas por mi cabello suelto notaba el movimiento raro que hacían al elevarlas, parezco como si tuviera Parkinson

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Sonreí mirándome al espejo, mis manos temblaban y al pasar estas por mi cabello suelto notaba el movimiento raro que hacían al elevarlas, parezco como si tuviera Parkinson.


MALDICIÓN ESTAMOS PERDIDAS.


Se que si carajo. Estoy perdida, mi cuerpo quería irse a Paris y estar con mi familia, no estar frente al espejo de mi cuarto viendo como el vestido de un color salmon o rosa, no lo sé realmente, se pegaba a mi cuerpo mostrando las curvas que desde que soy adolescente me esforcé por ocultar.

Maldito Matthew Butler, maldito idiota persuasivo.


- tranquila Bella, solo es una cena, entras, hablas, comes y te vas.- me intentaba dar fuerzas, intentaba que mis esperanzas no decaigan, que esta cena con mis suegros sea amena y que no tengan mascotas.

Por todos los dioses que no tengan felinos.

Miré a porky y sonreí al verlo acostado sobre mi cama observando todos mís movimientos, él sabía que estaba triste y estuvo durmiendo conmigo, su instinto felino sobreprotector ayuda bastante.

- te prometo que esta vez mamá no prenderá fuego a ningun gato - susurré y el maullo mientras corría su cabecita y la escondía entre sus patas. El pequeño ya estaba listo para dormir.

Estaba esperando a Matthew, le dije que podíamos juntarnos en la casa de sus padres pero el señorito solo dijo que era preferible que ellos nos vieran llegar juntos antes de verme a mí sola caminando hacia su hogar.


Tiene lógica poniéndolo así.

¡claro que tiene lógica! Pero eso él no tenía por qué saberlo.

Escuché que tocaron las puerta y miré el reloj de la pared de mi cuarto mientras fruncia el ceño, eran las nueve de la noche, él tenía que haber llegado en media hora. Ese fue el acuerdo.

La cena era a las diez pero Matthew quería estar un rato antes para presentarme a su padre y a su hermano.

Suspire mientras comenzaba a caminar hacia la puerta de la entrada sin revisar quién estaba al otro lado, solo tome mis bolso y las llaves, al abrir mis ojos captaron al instante esa melena oscura y esos ojos grises clásicos del vecino folla locas.

Ver a Malcolm Pierre sonriendo como si estuviese en un comercial de colgate era extraño, muy extraño. Él siempre que hablamos intenta ligar conmigo y que me acueste con él o que hagamos un trío.

Todos los hombres que conoces quieren tríos nena, tienes un problema con eso.


Por una mierda es verdad, tengo que ver que onda con eso. Ya dos hombre me van pidiendo tríos, bueno uno está justificado, Will estaba borracho hasta el copete.


- ¿si? Necesitabas algo Pierre- no fue una preguntaba, quería que me explique que hacía en mi puerta a esta hora.

- si te digo que necesito azúcar...¿me creerías?- su voz sonó ronca y muy burlona haciéndome saber que no venia por una maldita taza de azúcar.

- si me dijeras que querías sal sería más creíble. Ahora dime Pierre para que soy buena.

Él se río mientras yo lo observaba lo más seria posible, no me malinterpreten, este chico no era un mal chico. Solo que aveces olvida que ambos compartimos un piso y cree que es el centro del universo.

-- necesito que hagas algo por mí...

Eleve una ceja y me recargue en el marco, al tener unas caderas grandes estas se elevaron de un lado llamando la atención por completa del pelinegro. Bufe chasqueando los dedos frente suyo para que vuelva en sí

- tengo cosas que hacer querido dime rápido de que se trata ese favor.


Malcolm se balanceaba sobre sus pies y tocaba su cabello mientras miraba hacia todas las direcciones - ayer estuve con una chica...


- suficiente.

- ¿qué? No me dejaste acabar lo que iba a decir - y no dejaría que acabe esa maldita frase.


- no se que mierdas te mandaste ahora pero se adulto y resuélvelo - murmuré y el bajo la cabeza como si fuese un niño siendo regañado.

- aún esta en mi cama y no quiere irse.

Lo miré asombrada al ver su descaro, este chico no tenía límites, que pasaba por su maldita cabeza.


- ¿y qué esperas? Es tu casa, dile lindura es muy lindo lo que pasamos pero tengo que irme a trabajar. Debes irte. ¡tan difícil no es!

Todo lo dije en voz baja por qué sabía de primera mano que todo se escuchaba a través de estas delgadas paredes.

- No, no es lo que crees.- eleve una ceja esperando que él me explique a qué se refería, observé mi reloj de muñeca y vi que eran las nueve y veinticinco. Matthew estaba por venir.

- entonces que esperas niño, explícate. Pronto pasarán por mi.

Asintió y pasó sus manos por su cabeza mientras volvía a balancearse, era un niño atrapado en el cuerpo de un hombre. Estaba segura de eso.

- no hice nada con ella, solo.... dormimos

Espere que diga que era una broma, que se ría en mi cara diciéndome que era una estúpidamente por caer en su mal chiste. Malcolm Pierre se veía... ¿confundido, asustado, turbado?

No lo sé pero no se veía a ese joven inquieto y lleno de seguridad en si mismo. Solo se veía como un niño preocupado por su peluche favorito.

- ¿entonces qué esperas que haga?

- que le digas que se vaya... ella no se marcha y yo no puedo echarla...

Sonrei de lado viendo a ese muchacho, acaso estaba esperando que yo le diga a una linda chica que se vaya de su casa como si fuera su madre o algo así.

- por qué no solo...

Calle al oír el ascensor, ver cómo de este salía a paso firme y decido Matthew Butler fue como un recordatorio de que estaba perdiendo el tiempo con esto.

- dile que tienes que irte o no lo sé, inventa algo mocoso. Eres un adulto, madura de una vez.

Cerré la puerta de mi casa poniendo llave y guardando la en mi cartera, estaba por marcharme he irme con Matt si fuese por la voz que me detuvo en seco.

- por favor Bella, me gusta esa chica y no quiero echarla. Solo necesito aclarar mis mierdas y tenerla ahí solo me tortura más.

Lo observé sin entender, le gusta esa chica, pero se folla a veinte por día. Eso es ilógico y egoísta.

- entonces si te gusta cambia.

- me pides el cielo.

- te pido algo fácil, te pediría el cielo si te digo que finges amor donde no hay nada. - veía como Matthew se detenía al oír mis palabras y fruncia el ceño. Al parecer no susurré eso. Mierda.

Volví mi mirada a Malcolm lo noté incómodo viendo a Matthew y luego a mi, sonrió un poco y cuando estaba por marcharse se detuvo para mirarme sobre su hombro.

- estas hermosa.

Se marchó dejándome roja como un tomate, cuando me acerque al castaño su vista me recorrió por completo haciendo que me de un escalofríos por todo el cuerpo al ver su mirada tan oscura fija en mi.

- ¿lista?- asenti con el nerviosismo aún corriendo por mis venas, sin esperarlo él me tomo de la mano dándome un pequeño beso en los nudillos - te ves preciosa, Bella.

- muchas gracias Matthew - susurré y carraspeó un poco para hablar bien - tu te ves muy bien.

Ese traje le quedaba espectacular y esa sonrisa de auto suficiencia en su rostro le daba ese encanto único e inigualable.

- te prometo que esto no durará mucho...- murmuró y ambos comenzamos a caminar hacia el ascensor, el presionó el botón de la última planta.- no estés nerviosa ni asustada recuerda que ambos...

El ascensor abrió sus puertas interrumpiendo su frase y dejándonos paso para que nosotros entremos, él se giró un poco hacia mí mientras sonreia de costado y su voz sonaba como una caricia.



- estamos juntos en esto.




***





Trató Señor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora