VEINTISEIS

8.8K 570 15
                                    


Capítulo veintiséis: haz lo que quieras.


 Limpié el sudor de mis manos con mi pantalón negro esperando que eso pueda tranquilizar mi corazón que latía como loco, mis oídos pitaban por el sonido del avión y mis ojos buscaban una salida rápida si quería saltar de él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Limpié el sudor de mis manos con mi pantalón negro esperando que eso pueda tranquilizar mi corazón que latía como loco, mis oídos pitaban por el sonido del avión y mis ojos buscaban una salida rápida si quería saltar de él.


Eso no va a pasar chica, ya estamos aquí.



Dios si, paso muy rápido todo. Estábamos viajando a California del Norte donde vivían los abuelos de Matthew y donde pasaríamos tres días allí. Maldita sea, yo y mi gran bocota. Quien me manda a mí ser tan mandada.


- no estés nerviosa y deja de temblar- me dijo el castaño a mi lado sin observarme mientras tecleaba algo en su laptop.


-no se que te pasa...- murmuré y luego miré hacia otra lado viendo como todos dormían muy tranquilos en sus asientos - pero para ti es fácil decirlo. Son tus familiares, los conoces.


- no me sucede nada y eso no es cierto...- dijo con los dientes apretados mientras me miraba de reojo y bufaba. Me pareció verlo incómodo pero seguro fue mi imaginación- hace mucho no veo a mi familia. Mis primos tienen esposas y yo no las conozco, mi única prima cambió de novio hace dos años y me dijeron que es un maldito cabron que no tengo ni idea quien es, mi abuela cambió su color de cabello mas de tres veces este año y yo ni la más mínima idea de que color tiene ahora. Ah, aparte uno de mis tíos se cambió de sexo y yo no sé ni como decirle ahora por qué a él no le gusta que le digan otro nombre que no sea el suyo pero quiere que la tratemos de ella. ¿Crees que es fácil para mí Bella? Pues tener que conocer personas nuevas y una tía nueva no es exactamente un buen fin de semana.


- lo lamento- susurré, pensé que era la única que estaba con muchas dudas pero veo que el está igual de asustado que yo - y acerca de tu tía nueva solo... trátala como a ella le guste y si se llama Stuart, Richard o Paolo pues no hay por qué cambiarle el nombre si no es lo que desea.


Me sonrió mostrando sus dientes perfectos, sin darme cuenta tenía su mano acariciando mi mejilla mientras se acercaba y dejaba un beso en esta haciendo que me sonroje.


- Eres demasiado perfecta para un idiota como yo...- al parecer eso lo quiso pensar y no decir por al instante que se dio cuenta se apartó de mi haciéndome sentir un gran vacío en mi pecho.

Se volvió a comportar de esa manera fría y distante, su indiferencia lo único que hacía era dolerme cada vez más y más. Sentía un enorme nudo en mi pecho al verlo comportarse como un crío de cinco años quien solo actúa de manera infantil al quitarle su juguete favorito.


- Iré al baño- informe, quería estar lejos de él. Me jodia de maneras cósmicas su rechazo, el otro día dijo que le gustaba y ahora actúa como si fuera la peor escoria.

¿Quién jodida mierda se cree?


- iré a abrir la puerta de la habitación. Debes descansar - quería negarme y mandarlo bien al demonio. Si va a hacer como si no existiría entonces que lo haga por qué yo no le seguiría el rollo de esa mierda.


- haz lo que quieras - me levanté y no espere que me siguiera solo camine hasta el fondo donde se encontraba la habitación, la única de hecho.


Era un gran avión, tenia dos baños, una habitación, un bar donde servían ricos cócteles y unos juegos de máquinas que estoy cien por ciento segura que eran de Noah, ese chico me agradaba tanto al igual que los señores Butler quienes decidieron dormir en los sillones y dejarnos la habitación al energúmeno y a mi, les insistí en que se queden con ella pero se negaron. Volviendo al tema del imbecil, él me seguía y no me interesaba.


Estaba raro, actuaba demasiado frío, y por más que quiera decir que no se como es estaría mintiendo por qué se que es un hombre dulce y atento. Y esto no lo negaré pero me siento como si solo fuera mierda en su zapato caro.

Entramos a la habitación, el cerró la puerta y me di la vuelta para ir hacia él bañó, antes que de él segundo paso tenía una de sus manos en mi brazo sosteniéndola con un poco de fuerza ganando mi mirada de fastidio.

- ¿qué te sucede?- me encogí de hombros ante su pregunta y sentí deseos de darle un punta pie.


¡Es un maldito cínico!



Un maldito cínico que deseas lindura.


Ay cállate, no estoy para malditas mamadas ahora.


- ¿a mí? Nada cielo. ¿Por qué piensas eso?


Matthew me miró mal mientras yo solo quería soltarme de su agarre y que dejará de mirarme como si me odiara.


- me acabas de decir haz lo que quieras - quise reírme de eso pero solo bufé con enojo ganándome otra de esas miradas de fastidio de su parte.


- ¿y eso qué tiene que ver con que me suceda algo Butler? A ver, ilumíname.


- cuando una mujer dice eso solo demuestra que sucede algo y que el haz lo que quieras cuanta como un cabron maldito, estas en problemas.

Me reí y me solte de su agarre mientras lo señalaba con un dedo, le di golpecitos a su pecho y me enojo muchas más sentirlo firme.

¿Por qué malditamente él tiene que estar tan bueno?


Lo aceptó el condenado esta como un delicioso platillo lleno de chocolate.

- explícame por qué me tratas como si fuera un trapo sucio en tu hermosa cocina toda blanca y reluciente- no quería que sonara con esta voz llena de fastidio y tristeza, pero así sonó y era demasiado tarde ya que su mirada cambió radicalmente.

- no Bella yo no quería...- suspiro y toco su rostro pasando repetidamente sus manos mientras tironeaba de esos mechones que eran aveces muy oscuros o aveces de un color chocolate o castaño. - no quería tratarte así. Solo... tuve unos malos días y no tendría porque descargarme contigo.


Quise creer, lo juro, pero me fue imposible no ver cuando su ceño fruncido y esa manía suya por mover las manos cuando mentía se hicieron presentes.

- me mientes...- le dije y él me miró con los ojos de un cordero siendo llevado al matadero- ¿por qué lo haces? Yo no te diré nada si me dices que me odias ahora, que quieres dejar esto por las buenas o qué..

No me dejó terminar cuando sentí su boca sobre la mía, mi instinto fue poner mis manos en su pecho para empujarlo pero mi mente se bloqueó al instante cuando sentí su lengua dulce y caliente dentro de mi cavidad bucal.

- mierda- murmuré al sentir un tirón en mi labio inferior.

Deje de pensar y comencé a corresponder el beso que por una extraña razón me encantó desde que comenzó hasta que sentí sus labios en mi cuello insitandome a algo que me estaba comenzando a encantar.


Mis manos se posaban en todas las partes de su cuerpo queriendo aferrarme a él como si de eso dependiera mi vida, sentía sus manos en mi cadera acariciando esta con una firmeza y dulzura que me enloquecía, me mordía y lamía de una forma excitante el cuello haciendo que un pequeño gemido que parecía alto al estar solo se escuchara, en mi fue como firmar mi carta de derrota pero para Butler pareció una invitación que no dejo pasar. Y que por alguna razón yo tampoco queria que la dejara pasar.

Al sentir la suave cama debajo de mi no supe en qué momento había llegado tan lejos esto solo supe que quería que me volviera a besar, sentir sus manos en mi cadera apretando y esa lengua por mi carne tierna.

- por Dios Bella ¿porqué me haces esto?


No entendía a qué se refería pero lo capté enseguida cuando un empuje de su cadera hizo que todo mi ser vibre más que cualquier cosa que me haya pasado en mi vida. El tener un vestido delicado ayudaba a sentir a su amigo siendo clavado en mi sobre nuestras ropas.


Gemi otra vez al sentir otro empuje que fue clavado directamente en mi centro, luego fue otro, y otro hasta que ambos nos meciamos juntos a un ritmo sincronizado, el roce era una tortura, me sentía como una colegiala.


Estaba prácticamente follando con mi jefe en ropa. El estaba sudado y gruñendo mientras me besaba y yo estaba gimiendo sintiéndo una gran bola de nervios y placer recorriendo cada rincón de mi cuerpo.

- Bella...- el murmuró mi nombre y solo sentí como algo se deslizaba entre mis piernas, para luego pegar un grito que sofoque mordiendo el labio de mi jefe quien con dos empujes más se dejó caer sobre mi respirando con dificultad.


Mi mente se volvió a aclarar y ahora me entraba algo que se llamaba culpa, más la maldita vergüenza que sentía. Y las malditas dudas volvían a atacarme pero había una que me recorría por la mente.




¿¡Que mierda acaba de pasar!?






Trató Señor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora