Capítulo uno ¿soy su qué?
Llegaría tarde.Bueno no es algo nuevo en mi llegar temprano pero no quería hacer enojar al señor Butler. Aunque eso es imposible, él es un hombre muy amable y gentil, siempre atento y detallista. Claro ha tenido sus días pero quién no.
Yo soy la menos indicada para hablar de ese tema.
-Mierda- parecía que la empresa estaba a mil kilómetros de distancia y no a solo tres cuadras de mi humilde departamento.
Maldigo a la humanidad por todo, maldigo a estos malditos zapatos por existir, maldigo el día que quise estudiar diseño de modas pero al que más maldigo es a Malcolm Pierre. Mi vecino que le encanta follar hasta entrada la madrugada.
Maldito bastardo que le encantan las locas histéricas que gritan como mapaches siendo arrollados por autos en medio de una autopista.
Sonreí al ver el logo de la empresa a solo unos pasos, al entrar por esas grandes puertas de cristal miradas para nada indiscretas fueron las que me dieron mi bienvenida.
Había personas que me odiaban y otras que les parecía un ser insignificante, por qué vamos en la industria de la moda nadie es capaz de seguirla al pie de la letra y yo no era la excepción.
Solo era la maldita directora de diseño.
Ese día fue el mejor de mi vida, me habían ascendido después de cuatro largos años esforzándome para demostrarles que era lo suficientemente buena, Ashley y yo celebramos con comida, bebidas y mover el esqueleto es el club nocturno, mi mejor amiga era una loca encantadora.
Tan carismática y dulce.
Corrí hasta estar frente al ascensor apretando una y otra vez el botón para subir a la décima planta pero está porquería parecía no querer funcionar. Miré mi reloj por inercia mientras que mi pie comenzó un movimiento que siempre hago cuando me desespero.
- vamos carajo- vi el panel del ascensor y este me mostraba que estaba bajando pero muy lentamente- si me echan a patadas juro que prenderé fuego algo. ¿Oiste Dios? Y me beberé el agua bendita de la parroquia que esta frente al departamento, lo juro.
El esperado ting se escuchó como música para mis oídos, subí y apreté el botón que marcaba el número diez esperando que se cierren las puertas, estaba ansiosa y solo quería eso.
Algo que no pasó.
Una mano se puso antes de que se cierren las puertas metálicas, abrí grandes mis ojos celestes cuando vi a la esposa del señor Butler frente a mi.
Su vestido rojo se pegaba a su cuerpo como un guante mostrando sus muy definidas curvas haciendo que a su lado te sientas como un bicho insignificante y no solo por su belleza si no por su metro setenta y ocho dando un golpe justo en mi metro sesenta y cinco, su cabello rubio estaba atado en una cola de caballo demasiado perfecta sin ningún desprolijo, sus ojos grandes y de color chocolate me recorrieron de arriba a abajo con un destello de superioridad.
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Trató Señor.
RomanceMatthew Butler quiso fingir que su directora de diseñó era su amante. No sabía que hacer en ese momento pero luego lo supe. Nunca debí decir si.