Ser el hermano de Percy tenía sus ventajas y bastantes desventajas, todos esperaban que seas igual de heróico que él, que un día seas el protagonista de una profecía y salvarás al Olimpo de una gran amenaza.
Pero ese día nunca pasó.
Y estabas seguro que nunca pasaría.
Te sentías inútil en las sombras de tu hermano y su legado.
No eras el típico hijo de Poseidón.
Comenzando con que el mar te aterraba.
Desde pequeño odiabas el mar con tu vida, no sabías que clase criaturas se encontraban en el fondo y ese miedo incrementó aún más al enterarte quien era tu padre.
¡Imagínense cuantas criaturas griegas habitan ahí!.
Los demás campistas hablaban de ti, murmurando que hubo una confusión al momento del reclamo ya que, vamos, ¿Un hijo de Poseidón que le teme al mar? ¿Que sigue? ¿Un hijo de Atenea que no le gusta estudiar?.
- Esa no es la forma.
Dejas de entrenar y volteas al ver al causante de tus problemas, Percy.
- No interesa - Murmuras, volviendo a concentrarte en su trabajo.
- Si sigues así no tendrás ningún avance con la espada - El azabache intenta ayudarte pero tu de obstinada lo paras, tampoco eras buena con la espada a diferencia de tu medio hermano.
Percy también era alguien obstinado así que intenta agarrar la espada para mostrarte como hacerlo, comenzando un forcejeo.
- ¡¿Por que no te metes en tus asuntos?! - Exclamas alto, llamando la atención de los demás campistas y haciendo que Percy soltara la espada - ¡Ya tengo suficiente con que seas mi hermano! ¡Solo déjame en paz! - Las palabras salen de tu boca sin poder controlarlo.
- No sabía que te sentias así - Percy dice, dolido ya que él te consideraba alguien querido.
Te sientes presionada, puedes ver como los otros campistas murmuran cosas entre ellos, todos mirando la escena que los hijos de Poseidón hacían.
Huyes del lugar, queriendo desaparecer.