Odiabas con toda tu alma a la nueva hija de Afrodita.
Desde que pisó con el Campamento Mestizo se pegó a Leo como chicle en zapato, y tu novio siendo el agradable chico de quien te enamoraste no hizo nada en contra.
Normalmente no tendrías problemas, no eras alguien celosa, solo que esa chica se acercó a ti y te declaró la guerra.
Y eras hija de Ares.
No ibas a perder.
Los ves a lo lejos, la rubia enrollaba un mechón de su cabello en su dedo mientras se reía de los chiste del latino.
Era tu momento.
- ¡Hola, cariño! - Abrazas a Leo por la espalda, actuado dulce.
Ese no es tu estilo y el hijo de Hefesto lo sabía muy bien. Leo se da la vuelta, devolviendo el abrazo con duda - Hola... ¿Necesitas ir a la enfermería?.
Escuchas la risa de la tonta rubia a tu costado, haces de todo para reprimir tu enojo - Solo quería abrazarte, eres mi novio, ¿Puedo hacerlo, no?.
- Cuando quieras - El moreno toma confianza, aprovechando lo que sea que tenías para ser afectuoso ya que en un día normal lo rechazabas.
La hija de Afrodita aclara su garganta, tomando el atrevimiento de separarlos - Leo recuerda que dijiste que me ayudarías a instalar mi nuevo tocador.
- Oh! Si, claro, ahora vamos.
Tomas su brazo antes de que se vaya - ¡Espera Leo! Pensé que hoy podríamos tener una cita, los dos en el búnker.
La sonrisa del chico se extiende, amaba lo que te estaba pasando - ¡Vayamos ahora!.
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