Las cazadoras habían armado su campamento cerca de la ciudad, decidiste dar una vuelta y tal vez reclutar a jovencitas para que sean cazadoras, con la aprobación previa de Artemisa.
Era de madrugada y una figura masculina se pone frente a ti, impidiendo el paso - ¿Que hace una linda muchachita como tú a estas horas de la noche? ¿Saben tus padres que no estas en casa?.
El hombre mucho más viejo que la edad que aparentas, te causaba asco.
El desconocido te pone la mano encima y ya te preparaste para luchar, pero la voz de Artemisa lo impide - Aléjate de ella - La diosa, convertida en una mujer de tu edad, ordena a tus espaldas.
El viejo quita su atención de ti, sonriendo a ver a la Diosa - ¡Dos chicas! Este es mi dia de suerte.
Y anes que pudiera tocar a Artenisa, ella lo covierte en un cuervo. La Diosa silva, sus perros salen del bosque con un gruñido y listos para destrozar al pájaro.
- Yo lo tenía manejado, mi señora - Volteas hacia ella, mostrando respeto al replicar.
- Estamos solas, deja las formalidades a un lado - Artemisa pide, picoteando tu mejilla con sus labios - Y ese hombre te había tocado, cariño, debía de hacer algo.
Escuchas el agonizante grito del cuervo siendo devorados por los perros, el hombre se lo tenía merecido, no era la primera vez que acosaba a señoritas.