"Hoy es el día, hoy es el día..." Murmuras mentalmente dando vueltas por tu cabaña y revisando que todo estuviera en su lugar.
La puerta es golpeada y saltas de sorpresa, Clarisse no era alguien puntual. Intentas alejar los nervios moviendo la cabeza en círculos y trotando tus nudillos. Hoy es el día donde darías el siguiente paso con Clarisse, se darían su primer beso.
- Hola - Saludas tímidamente, dejándola entrar - Lo siento por no llevarte a una cita adecuada, Dionisio no me permitió salir.
- No te preocupes - La hija de Ares pone una mano en tu hombro, dando una sonrisa que logra calmarte, es forma de actuar es muy diferente cuando están solas - Será perfecto si estoy contigo.
...
Toda esta semana estuviste pensando en que hacer si no podían salir, la respuesta era tan obvia que te sentiste como Percy en un día cualquiera.
Luchar, por supuesto.
Tensas tu arco y mantienes tu distancia con la semidiosa, no eras buena en combate cuerpo a cuerpo por lo que procura alejarte lo más posible, esperando una distracción de tu novia para trepar al árbol más cercano.
- ¡Vamos, cariño! ¡No seas cobarde y baja el arco!.
La castaña luchaba solo con sus manos, su sonrisa arrogante sobresaliendo al saber que te ganaría.
Disparas cuando da otro paso hacía ti, la flecha roza su mejilla, no ibas a lastimarla de verdad - Detente o la próxima será peor.
- ¿Así? ¿Con que flechas?.
Mierda.
Doblas la mano a tu carcaj esperando que mágicamente apareciera una flecha, sientes que tu padre es el responsable de esto. La sonrisa de Clarisse se ensancha, la muchacha se lanza contra ti y acorrala contra el suelo, teniendo cuidado de no golpear tu cabeza en el proceso para no aturdirte.
- Esto es injusto.
Clarisse no te responde y es ahí donde te das cuenta de lo cerca que sus rostros están. La castaña juntan sus frentes, sintiendo lo acelerado que tu corazón latía - ¿Quieres...?.
Asientes avergonzada, tus rojas mejillas se suman a la lista de las cosas que le gusta a Clarisse - Bésame, por favor.