Parte 2
Desde que te enteraste que eras hija de Poseidón odiaste la sangre divina que corre por tus venas.
No querías ser un semidiós, era lo peor.
Para comenzar con ser perseguida por criaturas griegas que te quieren ver muerta, la probabilidad de poder morir en cualquier momento aumentaba tu ansiedad, más aún al ser hija de uno de los tres grandes.
La lista era muy larga, desde poner en riesgo a amigos y familia mortales solo por ser tú hasta ser propensa a ganarte el odio y la maldición de un dios por hacer o pensar algo que no le gustó.
- Te encontré - Oyes a un cansado Percy a tus espaldas, estabas en los límites del campamento, escondida detrás de una pequeña muralla
Te sentías mal por lo que hiciste, lo pensaste bien y llegaste a la conclusión de que él no era el culpable de tu malestar, desde que llegaste solo fue amable, tratando de crear un vínculo contigo.
- Lo siento por lo que te dije hace un rato.
- No te preocupes, entiendo si no quieres me quieres cerca, solo quería asegurarme que estuvieras bien.
- No, Percy, fui una tonta al tratarte así - Murmuras, tomando un poco de confianza para recostar su cabeza en su hombro - Solo que no me gusta estar aquí, yo tenía una vida antes de esto y luego vinieron esas personas y de pronto me entero que los seres mitológicos existen y que mi padre es Poseidón.
- Se que es difícil asimilar todo esto pero prometo que estaré contigo, verás que el campamento es genial.
- Esa es la cosa, Percy, yo no quiero estar aquí - Confiesas - Lo decidí y este será mi primer y último verano. No quiero saber nada más de todo esto, ni dioses ni semidioses - El azabache asiente con una mueca de tristeza, al no decir nada tu comprendes que lo entendió de otra forma - Excepto tú y Tyson, los dos pueden visitarme cuando quieran.
Percy sonríe, más animado - Te tomaré la palabra.