Te gustaba pasar el tiempo con Leo en su bunquer y estudiar el mecanismos de sus inventos. No lo podías evitar, eras hija de Atenea.
El latino deja unas tuercas en su mesa de trabajo, recargando su rostro en su mano - Siento que estas conmigo solo por mis inventos.
- ¿Hasta ahora te das cuenta?.
- ¡Ja Ja! Es una broma... ¿No?.
Ríes, acunando su rostro entre tus manos, besando la punta de su nariz - Por supuesto, mi elfo. Tu sabes porque estoy contigo.
Leo toma tu cintura, con su pícara sonrisa - ¿Mis músculos, bellos ojos y sabor latino?.
Pones los ojos en blanco - Sigue repitiendote eso, Valdez.
