Cierra los ojos, cansada por pasarte toda la madrugada estudiando, queriendo descansar un poco.
Tu cabeza cae al escritorio, una siesta ahí mismo era lo que necesitabas.
Pero los Dioses no lo querían así.
La puerta de la cabaña es tocada, gruñes cuando Lou abre la puerta y tu novio, Connor, entra con su escandalosa y fuerte voz.
- ¡Hey T/n! ¡¿Vamos al comedor?!.
- Hoy no iré, Connor.
El chico de rasgos de duendes frunce el ceño - No te puedes saltear el desayuno, te hará mal - Connor nota los libros que tu madre te dio y otras notas con hechizos - ¿Estuviste toda la noche estudiando? Acordamos que no lo harías, te sobre esfuerzas mucho y eso te daña.
Te enderezas en tu asiento, no queriendo un regaño - ¿Puedes dormir conmigo?.
Connor deja de reprender, poniéndose nervioso - Uh, ¿Tus hermanos están de acuerdo con eso?.
- No se lo que piensas pero solo quiero que me abraces.
- ¡No pensaba nada malo! - Se defiende.
Ruedas los ojos y te levantas, tomando su mano y guiandolo a tu cama.
- Buenas noches - Murmuras con tu cara sobre su pecho.
Connor lamentaba perderse el desayuno, pero lo valía.
