9~ Peligro

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Todo había sido una trampa. Varias personas, entre ellas hombres mucho más altos y fuertes que el propio Qiu, tenían rodeados a los hermanos y a los pocos de sus guardaespaldas.

He Cheng sostenía con firmeza el antebrazo del menor, tal vez como una forma desesperada de mantenerlo a su lado y protegerlo. Él lo sabía, tenía suficiente experiencia para saber lo que iba a pasar después de una emboscada de tal tamaño.

Qiu no se apartaba del frente, cubriendo a su compañero. Si el enemigo disparaba primero, lo impactaría a él. Después de todo, era su trabajo.

-¿Qué les parece si dejan de huir y solucionamos esto de una vez por todas?- habló uno de ellos, sosteniendo en alto una pistola modelo Beretta 92F.

-Ya les había dicho que el dinero lo pagaré en...

-¡No estámos aquí por el maldito dinero! - gritaron dos a la vez, interrumpiendo al pelinegro.

-Es por mi hija. ¿Ya no la recuerdas?- mencionó quien parecía ser el líder. Con la cabeza rapada y cicatrizes en el rostro daba la impresión de un simple pandillero.

-Lo sé, y lo siento, pero ella se había involucrado demasiado.

-La familia nunca debe hacerlo cuando se quiere proteger a alguien- terminó de decir Qiu, con mirada fría y más precavido que nunca antes.

-¿Acaso no siguen sus propios consejos?- preguntó el hombre, con una gran y retorcida sonrisa.

Todas las miradas se posaron sobre el pobre y asustado He Tian, quien hasta el momento esperaba pasar desapercibido. No se sentía con fuerzas para enfrentarse a ese tipo de situaciones, veía obvio el resultado.

-Él no tiene nada que ver en esto, ya te lo había dejado claro. Es entre tú y yo, nadie más, así que por favor...

La voz de Cheng temblaba. Tenía miedo, no quería que tocaran a su hermano, no lo soportaría, no sabiendo que todo era su culpa.

-Mi niña tampoco merecía morir, pero ya ves lo que pasó. No puedo dejar que las personas me conozcan como el hombre cuya hija fue asesinada sin buscar venganza.

-Les pagaré, pediré perdón públicamente, y también...

De pronto se oyó el primer disparo, dejando a uno de los guardaespaldas en el suelo. Directo a la cabeza, muerte casi instantánea. Hizo callar a todos los presentes.

-Como ya seguro se habrán dado cuenta, mis hombres tienen muy buena puntería- murmuró el hombre, sin borrar esa horrible sonrisa.

He Tian fue empujado detrás de su hermano, en un intento poco útil de protección. No había forma de escapar, y ambos lo sabían.

Otro disparo fue lanzado, esta vez llegando al muslo izquierdo de Qiu.

-¡Maldición, no lo hagan!- gritó He Cheng, alterado.

Los tres hombres que quedaban de su lado corrieron para pelear, pero poco duraron. No contaban con la suficiente fuerza ni experiencia para enfrentarse a personas así.

El calvo ordenó y agarraron a Cheng entre cinco de ellos. Las patadas y puños no funcionaban para liberarse, se sentía débil y pequeño en esos brazos de gran tamaño.

-No tienes idea del dolor por el que pasé al perder a mi hija, así que me temo que debo enseñártelo, maltido bastardo.

Rodearon a Qiu con la intensión de darle una paliza. El sonido de los golpes resonó en la cabeza de He Cheng, haciéndolo temblar.

-A por el niño- mandó el hombre, sin ningún remordimiento.

He Tian intentó huir, pero no era tan rápido como quería, no en su condición. Fue atrapado y lanzado al suelo, retenido con uno de ellos sobre su espalda.

-¡Maldito, te mataré!- gritó con furia, se sentía demasiado impotente- ¡Apuesto a que tu estúpida hija era una perra, merecía morir!

Ese no era él, jamás habría hablado así de nadie, y menos de alguien ya muerto. La situación llena de tensión le hacía cambiar, la desesperación le obligaba a ser otro tipo de persona, el tipo que más odiaba.

El primer golpe fue directo a su boca, dando paso a un quejido y ambos labios partidos. Luego una patada a sus costillas le hizo retorcerse del dolor.

-¡Ya basta, es suficiente, por favor no!- gritaba Cheng, exasperado.

Las dos personas que más le importaban estaban siendo golpeadas hasta la muerte, y él no podía hacer nada más que mirar.

-¡Saquen la sorpresa!- ordenó uno de ellos, entusiasmado.

Tian pudo ver como dos de los que lo rodeaban conseguían cada uno una navaja. «Es todo, se divertirán conmigo un poco más y luego cortarán mi garganta. Demasiado cliché, si me lo preguntan. Lo siento por Mo Guan, que no volveré a ver su lindo rostro, pero al menos está a salvo, es lo único que me importa ahora.»

Sintió el filo palpar aventuradamente por sus brazos, yendo a su torso y terminando en las piernas; el ardor recorrió su cuerpo y la sangre empezaba a deslizarse al suelo. Definitivamente estaban jugando, se lo tomaban en broma, y esto le molestó aún más. Sólo querían dejar pequeños cortes en él, deseaban marcarlo.

Después fue levantado y arrodillado frente a su hermano mayor, como forma de burla ante la oportunidad de una última despedida.

-Lo siento, perdóname por esto- susurró He Cheng, con lágrimas en los ojos- Te quiero mucho, Tian.

-Yo...

Un patada en la cabeza lo obligó a caer al suelo, esta vez dejando sus oídos zumbando y con vista borrosa. Era demasiado para alguien en su estado, no tenía la energía para soportar algo así.

-¡Malditos psicópatas, lo matarán si siguen así!- gritó su hermano, sin posibilidad de detener tal injusticia.

Puños, rodillazos y patadas fueron recibidas por el débil cuerpo de He Tian, provocando su perdida de consciencia y varios daños en sus huesos y órganos. Era todo, Cheng no podía protegerlo más y acabaría ahí mismo, de la peor manera imaginable.

Si te importo, sálvame. (He Tian & Mo Guan) 19 Days.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora