8~ Defensa

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She Li esperaba impacientemente a que apareciera su persona favorita. Estaba de pie junto a la entrada de la escuela, atento a cada estudiante que pasara frente a él. Pronto vió ese cabello pelirrojo que tanto le gustaba alborotar, y fue directo hacia él con la intención de frenarle el paso.

—No vayas a clase, sigueme— susurró, acariciandole la cabeza.

—¿Por qué lo haría? Déjame ya— se defendió Mo Guan, dando un paso atrás.

—Tengo algo que contarte, y creo que te interesará mucho.

El peligris mostró una sonrisa retadora típica de él, pero Mo ya no estaba dispuesto a ser su juguete, no después de todo lo sucedido.

—No tengo nada que ver contigo, y menos ahora que tienes la culpa de que He...— se detuvo, dandose cuenta de lo que iba a decir. No quería mencionarlo, necesitaba olvidarlo de alguna manera.

—¿Aún no lo has superado? Pensé que esto sería más rápido.

El pelirrojo no respondió. Se dispuso a seguir su camino e ir a clase, pero fue detenido por una mano en su antebrazo. Por supuesto, sabía que She Li no lo dejaría ir tan fácil.

—He Tian se lo merecía, por si eso te hace sentir mejor. Creo que se merecía incluso una muerte peor que esa, pero bueno, pasó lo que pasó— murmuró, sin borrar la arrogante sonrisa en sus labios.

—Él no...

—Por favor, sabes que sí. Siempre fue un idiota en todo con respecto a ti. ¿Por qué ahora te comportas como si te doliera su ida? Ya acabó, He Tian está fuera de nuestras vidas, ahora podemos estar en paz.

—No era tanta molestia como lo eres tú.

—¿Eso piensas? No vale la pena lamentarse por él, creo que sólo te estás engañando. ¿Acaso no te quejabas por el hecho de que te estuviera siguiendo todo el día? Bien, ya no lo hará más, así que deberías estar feliz.

Guan Shan sintió la sangre arder, la furia se acumulaba. Quería voltearse y dirigir su puño al rostro de She Li, golpearlo hasta no poder más, sin importarle en lo más mínimo lo que sucediera después.

—¡Él no se lo merecía, no tenía que morir así!— gritó hasta que la garganta le dolió— ¡He Tian siempre había sido bueno conmigo, sólo quería cuidarme de personas manipuladoras como tú, se preocupaba por mí! ¿Qué has hecho tú? Te la pasas molestándome todo el tiempo, haciendome la vida imposible y recordandome mi horrible pasado.

—Quiero que sepas que me perteneces, me lo debes, y por eso te lo recuerdo.

—¡Sólo quieres hacerme daño, He Tian no es así! Él es... fue lo más cercano que tuve a un buen amigo.

Las lágrimas le llenaron los ojos, pero ya estaba acostumbrado a aguantarlas. No las dejaría ver a nadie, menos a ese peligris.

—Lo amabas... ¿No es así?

La pregunta le sorprendió, pero no tanto como esperaba. En realidad ya había pensado en eso, y debía admitir que aunque iba en contra de su orgullo y reputación, sí estaba completamente enamorado de He Tian. «Pero ya no importa más, él se ha ido y nunca volverá. Lo extraño, maldita sea, lo necesito conmigo.»

—Es una pena que te hayas dado cuenta cuando es muy tarde. ¿No te parece injusto? Y todo gracias a mí...

She Li pusó más fuerza en su agarre, sin ninguna intensión de dejar ir a su presa. Quería hacerlo llorar, deseaba ver ese rostro rojo y lleno de lágrimas que tanto le gustaba y que hacía mucho tiempo no contemplaba.

En lugar de obtener lo que tanto anhelaba, recibió un puñetazo en la mejilla, tomándolo tan desprevenido que lo hizo tambalear.

—No te atrevas a hablar más de él, no tienes derecho después de participar en su homicidio— amenazó Mo, con fuego en los ojos.

El moreno no tuvo oportunidad de responder, otro golpe fue directo a su estómago, sumándose a uno más en la nariz y barbilla. Al final cayó al suelo, sin poder levantarse.

Los puños le empezaban a doler, y los brazos a entumecer, pero Mo no se detendría hasta estar satisfecho. Se puso sobre She Li y continuó golpeando ese rostro antes perfecto. Sangre salía por su pequeña boca y nariz, las mejillas se hinchaban, pero Mo Guan no pararía.

Era la primera vez que se atrevía a defenderse de un modo tan agresivo y sin control. Tal vez el dolor que le causaba la muerte de He Tian le daba el valor, o quizá sólo era uno de las muchas huellas positivas que ese pelinegro había dejado en él. Sea lo que fuera, le encantaba.

De repente sintió dos brazos que lo agarraban por los hombros y lo apartaban de su víctima. Zheng Xi fue quien lo sostuvo con fuerza mientras Jian Yi revisaba al peligris.

—¡¿En qué estabas pensando al hacer esto frente a la escuela?!— gritó Xixi, viendo como los estudiantes se acumulaban alrededor. Mo no se había percatado de algo tan insignificante.

—¡Oye, no te duermas, resiste!— pedía desesperado el rubio, acariciando el cabello de un She Li casi inconsciente.

Mo Guan Shan pareció entender todo después de que bajara un poco la adrenalina de su cuerpo. Se había pasado, lo aceptaba, pero no se arrepentía se la sensación de tener a ese idiota bajo su dominio.

—Él está vivo, me lo han confirmado— susurró el moreno, Jian Yi fue el único que lo escuchó.

—¿De qué estás hablando? No entiendo.

—He Tian... Viene de regreso, volverá esta noche— dijo con dificultad, tratando de no tragar su propia sangre.

—¡¿Por qué demonios me dices esto ahora?!

—Lo siento, en serio.

La ambulancia llamada hacía varios minutos llegó, y los paramedicos se apresuraron a atender al adolescente al borde del desmayo. Todos se apartaron, y pronto iban abandonando la escena.

—No sé cómo decir esto, chicos— murmuró Jian Yi después de un rato, mientras veían la ambulancia irse.

—¿Qué pasa?— preguntó el castaño, poniendo su brazo alrededor de los hombros de su pareja.

—She Li me lo dijo, acaba de hacerlo, y no sé si es verdad, pero... Tian está vivo, y regresará hoy.

Mo Guan se tambaleó tanto que tubo que apoyarse en una pared, la noticia era una gran e inesperada sorpresa, no podía creerlo. ¡Aún vivía, y tenía la oportunidad de decirle todos sus sentimiento por él! Aunque de pronto se sintió un poco cobarde.

—Creo que después de todo fue útil esa golpiza, se debió sentir culpable por engañarnos— mencionó Zheng Xi, encogiéndose de hombros.

—Visitaré a She Li en el hospital, tal vez me diga dónde podremos ver a nuestro amigo— dijo Jian Yi, aún bastante ido de mente.

—Iré contigo.

—Yo voy a casa, no pienso ir a clase después de todo esto— murmuró el pelirrojo, cabizbajo.

Se despidieron y tomaron diferentes direcciones. En realidad Guan Shan no tenía pensado ir a casa ese día, al menos no hasta encontrar a He Tian sano y salvo.

Si te importo, sálvame. (He Tian & Mo Guan) 19 Days.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora