15~ No enemigo

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Jian Yi apareció en cuanto se hizo la tarde, acompañado por su silencioso castaño y un peligris no deseado.

—¡¿Qué hace él aquí?! ¡Que se vaya ahora mismo!— alegó Mo Guan Shan, obstaculizando la entrada.

¿Se trataba de una broma? She Li no era para nada bienvenido en su casa, y menos aún después de todo lo que había hecho.

—Yo me siento igual— dijo el moreno, cruzandose de brazos y desviando la mirada— Yo debería estar en el hospital recuperándome, no aquí perdiendo el tiempo.

—Cierto, te ves terrible, ahora eres más feo que antes, y mirá que lo creí imposible— bromeó el pelirrojo, en constante defensiva.

El pobre rostro de She Li aún estaba bastante marcado por los puños de su excompañero. Vaya que tenía la mayor de las suertes al tener insensibilidad congénita al dolor.

—Escucha, cabeza roja...— Jian Yi juntó las manos en forma de suplica— Me parece que She Li y He Tian deberían aclarar las cosas, él en verdad se arrepiente de todo lo que hizo y es justo darle una oportunidad de disculparse.

Mo miró a Zheng Xi, pues sabía que entre esos tres él era el más inteligente y razonable. Quería apoyo de su parte para poder negarles el paso, pero lo que recibió fue un simple asentimiento de cabeza.

—No me parece buena idea, Tian aún está muy débil. ¿Qué tal si este idiota sale con una de sus psicópatas cosas?

—No lo haré, lo prometo, he aprendido la lección por tu parte— dijo She Li, con extraña calma— Sólo quiero verlo y hablar con él. ¿Me dejarías?

Guan Shan vaciló antes de ceder. Al final tuvo que apartarse de la puerta y dejar que los tres entraran.

El rubio fue el primero quien visitó a He Tian, seguido por Zheng Xi, quien sólo tardó un minuto. En cuanto fue turno del peligris, Mo entró con él.

El mayor se veía cansado sobre la cama, el agotamiento de ver a sus amigos le estaba afectando. Aunque le gustaba poder hablar con ellos, no se sentía aún con energías para tanto. Pero en cuanto vió a She Li entrar, se tensó y se puso a la defensiva por instinto.

—Hola, veo que no eres tan fuerte cómo parecías, es gracioso— bromeó el moreno, mostrando una sonrisa burlona.

—¿Qué demonios te pasó en la cara?— preguntó He Tian, frunciendo el ceño— No, no quiero saber eso... ¿Qué haces aquí? Deberías irte ahora mismo.

—Nuestra cabecita roja me dejó entrar. ¿No es cierto? A él no le importó.

Miró a Mo Guan, quien permanecía en silencio apoyado sobre el marco de la puerta. Éste, sin ponerle mucha importancia al comentario claramente provocador, sólo suspiró.

—¿Por qué razón tú quisieras venir a verme a mí?

—Para pedir disculpas— dijo sin problema, sorprendiendo a ambos en la habitación— En realidad fui una parte importante en el rastreo de He Cheng, además de que fui yo quien les mintió a tus inútiles amigos sobre tu muerte, así que... Bueno, perdón por eso.

El pelinegro pareció quedarse sin palabras. ¿En serio eso estaba pasando? Lo sentía muy irreal, no sabía cómo reaccionar.

—¿Acaso pasó algo que...?— sus ojos pasaron de los de She Li a los del pelirrojo, buscando respuestas.

—Habías preguntado sobre mi rostro. ¿Cierto? Bien, esto fue obra de Mo Guan Shan, ya puedes sentirte orgulloso de él— dijo el peligris, con obvio enojo.

He Tian sonrió inconscientemente. «¿Ya te puedes defender solo de personas como él? Bien, me alegro por ti, pero eso no quiere decir que dejaré de protegerte siempre, mi dulce montañita.»

—Además, me pareció adecuado disculparme ahora que ya todo acabó, veo que así tan mal herido te mantendrás en secreto por un largo tiempo. ¿No?

She Li pasó la mano sobre el cabello de Tian, acariciandolo con suavidad como si fuera una pequeña mascota. Si no fuera por la historia de odio entre ambos, la escena podría hasta considerarse tierna. Pero de pronto su muñeca fue agarrada con fuerza por Guan Shan.

—No lo toques— advirtió con una mirada feroz— Vete ya, y ni se te ocurra acercarte a él o a cualquiera de nosotros desde ahora.

El peligris sólo sonrió con satisfacción, viendo como su excompañero se había vuelto tan fuerte y atrevido.

—Bien, me iré, he terminado de hacer lo que debía, así que... Adiós, cabezita roja.

Hizo una extraña e innecesaria reverencia, luego salió por la puerta con bastante calma.

—Me defendiste... fue maravilloso— murmuró He Tian, con ambas mejillas sonrojadas.

—Sólo quería ponerlo en su sitio, es un idiota.

—Aún así me gustó tu actitud, es algo nuevo e increíble.

—Sí, bueno...

—¿Podrías dormir conmigo esta noche? Creo que me he enamorado más de ti, y no quiero que estes lejos de mí durante mucho tiempo.

Mo abrió la boca con intensión de gritar alguno de sus usuales insultos, pero fue interrumpido por la risa del pelinegro.

—Es una broma, montañita. Claro que me gustaría que te quedaras, pero si no quieres...

—Lo haré— aceptó con expresión seria, sin preocuparse de lo malditamente atractivo que pareció ante esos cansados ojos grises que lo miraban con sorpresa.

Si te importo, sálvame. (He Tian & Mo Guan) 19 Days.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora