11~ Mal

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La madre de Mo Guan Shan fue increíblemente cooperativa y callada. Sin hacer preguntas entendió la gravedad de la situación y ayudó a atender a los que lo necesitaban, comenzando por el aún consciente pero malherido de Qiu.

He Tian fue desnudado y puesto en la bañera llena de agua caliente, donde esperaban deshacerse del efecto que había causado en su cuerpo el agua fría del puerto.

—Ve y cambia tu ropa, nos encargaremos de esto— ordenó Zheng Xi, preparando el jabón y shampoo.

—No los dejaré aquí, no quiero irme— respondió Mo Guan, aún ansioso por la situación.

—Escucha, debemos cerrar sus heridas de alguna forma, así que sécate rápido para que nos ayudes— dijo He Cheng, colocando una mano sobre el hombro del pelirrojo, impulsandolo a obedecer.

Mo entendía, no era tan tonto como para no percatarse de lo que realmente pasaba. Él debía quitarse la ropa mojada para así evitar enfermarse, pues sería algo que complicaría aún más las cosas. Además, él era el único que sabía, a parte de su madre, cómo curar el tipo de heridas que tenía He Tian.

Secó su cabello e hizo un cambio rápido de ropa, para luego correr a buscar el botiquín de primeros auxilios que guardaba en la cocina.

En el baño, Jian Yi pasaba el jabón por los hombros de Tian mientras los demás discutían cómo debían proceder. Mo se acercó vacilante y se arrodilló al lado del rubio, con intensión de ayudarlo.

—Se ve muy mal. ¿No te parece?

—Lo querían matar, esos malditos querían deshacerse de él— susurró Guan Shan, apretando la mandíbula.

Ver a He Tian por primera en ese estado simplemente lo destrozaba. Su piel era pálida, su cuerpo mucho más delgado, hematomas por todos lados, y esos pequeños pero graves cortes en brazos y piernas. A Mo le dolía, el pecho le apretaba, y las lágrimas se acumulaban en sus ojos.

—Bien, he terminado de limpiarlo, ahora es tu turno. ¡Ten cuidado!— exclamó Jian Yi, al mismo tiempo que se levantaba y dejaba el espacio libre.

El pelirrojo procedió a preparar todo lo necesario mientras ponía a vaciar la bañera. Comenzó por secar el cuerpo de He Tian, luego trató cada una de las heridas. Durante el proceso, trataba con todas sus fuerzas no soltar el llanto y concentrarse en su importante tarea.

—Gracias otra vez por ayudarnos, en serio lo aprecio— murmuró He Cheng, acercandose después de verlo terminar— También es lindo saber que fuiste tú el que corrió primero a salvarlo, él sin duda se animará cuando lo sepa.

—¡No quiero que sepa eso, no se lo dirás! — gritó Mo Guan, poniendose a la defensiva.

Cheng sólo sonrió con alivio. Le gustaba el hecho de que su hermano pequeño tuviera a alguien tan amable y divertido que se preocupara por él.

—¿Lo llevo a tu habitación?— preguntó, desviando el tema— ¿O tienes otra cama en la que pueda descansar?

—Mi habitación estará bien, quiero que esté ahí— susurró el pelirrojo, bajando la mirada avergonzado.

El mayor se quitó la chaqueta y vistió a su hermano con ella, siendo lo suficientemente grande para cubrir hasta la mitad de sus muslos. A Mo le pareció extrañamente tierno. «¿Desde cuándo el idiota de He Tian se ve así? Maldición, es adorable, quiero abrazarlo.»

Dejaron a He Tian sobre la cama y lo cubrieron con un par de mantas, después salieron de la habitación para poder planear lo que harían después.

—No podemos confiar en nadie ahora, así que llamar a un doctor no es una opción— habló Qiu, tratando de cooperar mientras seguía siendo atendido por la madre del pelirrojo.

—Tendré que confiar ciegamente en ustedes, creer que podrán encargarse del cuido de Tian— dijo He Cheng, cruzándose de brazos— Yo debo terminar todo este problema esta misma noche.

—¡¿Acaso estás loco?!— gritó Jian Yi, mostrándose molesto— ¿Qué crees que pensará He Tian al no verte cuando despierte? Sin duda espera que estés con él, no puedes hacerle esto.

—Él no quiere saber de mí...

—¡Se odiará a si mismo si te matan ahí afuera, lo conozco lo suficiente para saber eso!

Todos vieron con sorpresa al rubio, quien contenía lágrimas de furia.

—He Tian te quiere, aunque no lo demuestre, y no soportará la idea de perderte. ¿Entiendes eso?

Zheng Xi puso el brazo alrededor de su novio, dándole el apoyo que necesitaba para seguir de pie frente a la intensa mirada de todos.

—Me quedaré hasta que pueda despedirme, luego me iré sin vacilar. ¿De acuerdo?— dijo Cheng, con los ojos fijos en el peliblanco a su lado, quien sólo asintió.

—Y sobre el doctor... — mencionó el castaño, decidido a terminar con el tema.

—Ya lo revicé, y el golpe en su cabeza no parece grave— murmuró Mo Guan, un poco tímido ante tantas personas— No tengo idea de cómo reaccionará en las próximas horas, pero creo que puedo manejarlo, así que yo lo cuidaré.

Cada uno estuvo de acuerdo, después de todo no había otra opción. Al terminar la reunión, Mo volvió a su habitación y se encerró ahí, queriendo tener un momento a solas y en paz con He Tian.

—Maldición, esto es horrible, lo siento mucho— susurró al acercarse a la cama, donde se puso de cuclillas para estar a la altura de su amigo.

Sin pensarlo demasiado acarició la fría mejilla de Tian, dandole la impresión de estar tocando un suave cadáver; incluso le hizo sacudir la cabeza para quitarse la espantosa idea de que tal vez nunca despertaría.

«Él abrirá los ojos mañana, estará bien en algunos días, no hay nada que temer. Sólo está muy lastimado, pero puedo cuidarlo todo el tiempo necesario, sí... Al menos, hasta que se dé cuenta de que lo amo, en ese momento cambiará todo».

Esa noche iba a dormir ahí, no se permitiría dejarlo solo y que luego pasara algo durante la madrugada. Se acomodó a cómo pudo en el otro lado de la cama y se acurrucó con las mismas mantas del pelinegro.

Se sorprendió al no sentir alguna clase de desprecio o culpa por hacer tal cosa, de hecho le gustaba tener el valor para acercarse de ese modo a Tian, y es que en serio lo necesitaba, ambos lo necesitaban.

Si te importo, sálvame. (He Tian & Mo Guan) 19 Days.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora