16~ Pesadillas

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Mo Guan corría al lado de He Tian, ambos agitados sin aliento y al límite del cansancio.

—¡Por aquí, rápido!— gritó el más bajo, guiando al contrario mientras sostenía con fuerza su muñeca.

Al pelinegro le dolían los pulmones y las piernas, hacía mucho tiempo que no corría de esa manera y sentía que no resistiría más.

Miró a su montañita, quien no volteaba y se mantenía firme y concentrado. Admirable, pero también preocupante.

Al llegar a un callejón fueron sorprendidos por Qiu, el que les facilitó la huida y les dio la oportunidad de esconderse detrás de los basureros más cercanos. Claro, no era el mejor sitio, pero era lo que había.

He Tian habló primero, aún agitado y sudoroso, para intentar aligerar el ambiente. Fue interrumpido por la incesante tos del menor, que encogía su cuerpo y poco a poco caía al suelo.

—¡¿Oye, qué te pasa?!— gritó al sostenerlo entre sus brazos. Un peso diferente, el peso de la muerte.

Lo sentía como un déjà vu. ¿Esto ha sucedido antes? Lo recordaba claramente, por supuesto que ya había pasado.

Pero, de repente y asustandolo como nunca, el pelirrojo abrió los ojos y le miró fijamente, como si estuviera juzgandolo y reclamandole su propia vida. No lo recordaba así.

—Es tu culpa— se oyó en su cabeza, sin ver esos labios cubiertos de sangre moverse.

—No, en verdad quería salvarte, y lo haré— se excusó apresuradamente, con el cuerpo tembloroso.

—Es tu culpa, no fuiste lo suficientemente fuerte, no pudiste evitar que me hicieran daño.

—¡Ellos eran muchos, fue imposible enfrentarme a tantos! Si tan sólo hubieses huido cuando te dije...

—Tu hermano podría haberlo hecho sin ningún problema, tú siempre has sido el débil de la familia, ni siquiera pudiste protegerme a mí.

—Yo en serio lo intenté...

—Nunca has podido superar a He Cheng, es por eso que tu padre te desprecia. Pobre de Tian, un niño abandonado y odiado con el dinero como único consuelo.

Los susurros se hacían más fuertes y dolorosos en su cabeza, sentía como si la voz de su pequeño pelirrojo viniera desde dentro de su cráneo.

Los ojos de He Tian empezaban a derramar lágrimas, el pecho le apretaba.

Sin querer aflojó los brazos, dejando caer el cuerpo sin vida de Mo Guan Shan. Por un momento quedó en estado de shock viéndolo sin entender lo que pasaba, antes de reaccionar y empezar a hacerle un inexperto rcp.

Las manos le temblaban, su corazón iba a mil por hora, las gotas de sudor resbalaban por su cabello. No se detendría por nada, jamás permitiría que su pelirrojo terminara de ese modo.

—¿Por qué es que te sientes atraído por chicos cómo yo? Tal vez es por tu gusto a sufrir, o quizá simplemente eres masoquista. ¿Acaso no te has dado cuenta de lo mucho que te odio?

—¡Eso no es cierto, nada de eso es verdad!— gritó He Tian, hasta que la garganta le dolió— ¡Te amo por cómo eres, por quien eres! Y sé que en el fondo me quieres, es...

—No, tú nunca llegarás a mi nivel. Prefiero a She Li, o incluso a tu hermano antes que a ti. ¡Eres un perdedor que nunca será amado por nadie!

—¡Mis amigos me quieren, ellos se preocupan por mí!— exclamó separándose del cuerpo de Mo. No es que se rindiera, pero necesitaba desesperadamente un descanso.

—¿Hablas de Jian Yi y Zheng Xi? Ellos buscan tu dinero, todos lo hacen. ¿No ves las cosas como realmente son? Siempre has sido así de tonto.

—No, ellos no...

—Mejor hubieras muerto esa noche en aquel puerto, el agua fría estaba esperándote. He Cheng estuviera vivo, yo no estaría perdiendo mi tiempo y recursos cuidándote, y todo volvería fácilmente a la normalidad. ¿No piensas en los problemas que le causas a todos? Muere, desaparece, nadie te necesita.

He Tian quedó sin palabras, esa voz en su cabeza sonaba ya ronca y estática. «Esto no está pasando, Guan Shan sigue vivo y esto es un simple sueño, nada es real. Por favor, quiero despertar y asegurarme de que él siga ahí a mi lado, con vida. El verdadero Mo no sería capaz de decirme esas cosas, él no las piensa, él no... »

—Tal vez sea mejor morir, tienes razón— susurró el pelinegro, con un débil hilo de voz— Nunca seré más fuerte que mi hermano, mi padre piensa que estoy muerto y eso seguramente le hace feliz.

—Yo te quiero muerto.

Sintió cómo el corazón se le detuvo por un momento. En el fondo sabía que nada era real, pero no pudo evitar que le afectara con esa intensidad.

El escenario cambio de repente, ahora estaba en su apartamento de pie frente a He Cheng, quien se mostraba completamente ensangrentado. He Tian no se sorprendió.

—Me sacrifiqué por ti, hermanito. ¿Cómo vas a pagarmelo? Todo es tu culpa.

—Tú fuiste quien salió y quiso...

—Lo hice por ti, para que no te lastimaran más. ¿Y qué vas a hacer ahora? No tienes adonde ir, no tienes una familia que te ayude.

El menor tragó saliva, la gargante le ardía tal fuego. ¿Cómo era posible sufrir tanto en un sueño? El cerebro es poderoso, pero injusto, y a veces hasta aterrador.

—Gracias por hacer tanto por alguien como yo, en verdad te quise, fuiste la única persona que se preocupó por mí— murmuró Tian, bajando la mirada.

—Nuestro padre me obligó.

—Sé que no fue así.

—Él se encargará de encontrarte y matar a tu amado pelirrojo. ¿Estás bien con eso?

—No, pero lo protegeré.

—Acabas de dejar que muera en tus brazos. ¿Cómo planeas salvarlo de papá?

Su cuerpo se estremeció al pensarlo mejor. Claro, un adolecente pequeño y herido como él no sería capaz de enfrentarse a su poderoso padre.

—Mantén esto en mente, mi tonto hermanito... Todos a tu alrededor sufrirán por tu culpa, el primero fui yo, luego será ese odioso pelirrojo, después tus amigos. Seguirá sucediendo hasta que comprendas que alguien como tú tiene que estar solo.

—Pero lo amo...

—A la muerte no le importa tus sentimientos, ni a él. Adiós, He Tian.

Todo se oscureció de nuevo. Sintió su cuerpo flotar antes de caer en un vacío que parecía no tener fin. Tenía las mejillas heladas por las lágrimas, y ya no contaba con fuerza para resistirse mentalmente.

—Ayuda, por favor, alguien— susurró apenas moviendo los labios.

Poco a poco cerró los ojos y relajó los músculos, resignandose a su cruel destino. No sabía si se trataba de la entrada a un largo coma, pero lo creía posible.

—¡He Tian, por favor... no... es de mal.... tienes que... maldición!

De repente tuvo una sensación calida envolviendo su cuerpo. La dulce voz de Mo Guan empezó a escucharse cercana.

—¡Despierta, no me hagas esto! Mierda, He Tian... ¡Necesito que estés bien, por favor resiste!

Si te importo, sálvame. (He Tian & Mo Guan) 19 Days.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora