1 - Bienvenida

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Lucas

— Ya quédate quieto, me irritas — se queja la molesta niña que tengo frente a mis ojos.

— ¿Por qué me hablas? Ni siquiera sé quién eres — ruedo mis ojos y me dispongo a ignorarla.

— Porque siento tu energía negativa desde aquí, estás pensando que las cosas saldrán mal y eso es lo que conseguirás.

De verdad me cae mal, ni siquiera sé que hace aquí.

Los pondré en contexto: mi mejor amiga desde los catorce años está a punto de dar a luz a sus dos bebés, no me gustan los bebés, nunca he tenido uno en brazos, pero amo a Emma y ella ama a sus bebés y eso me hace amarlos también.

Esta niña fastidiosa solo es la amiga de su hermana, y está aquí diciéndome como debo sentirme. Aún falta un mes para la fecha en que tenían que nacer, y por eso estoy nervioso, sé que los mellizos suelen nacer antes pero eso no lo vuelve menos peligroso.

Además, ellos están aquí, y siempre estoy incómodo si ellos están aquí.

Emily, un viejo amor que me costó muchísimo superar, y Matteo él chico por el que ni siquiera llegué a tener una oportunidad real. La historia fue un verdadero drama, todos sufrimos, para ellos terminó bien, tienen una hija y un final feliz, pero para mí no tanto.
De hecho me vi en la necesidad de tomar distancia y me fui a la universidad lejos de la ciudad, lejos de mi familia y lejos de mi mejor amiga que para mi poca fortuna es la cuñada y mejor amiga de Matteo también.

Así que aquí estoy, esperando a esos bebés, tengo miedo de que algo salga mal, estoy incómodo por la presencia de Emily y Matteo y esta niña tonta de la que ni siquiera recuerdo el nombre no deja de decirme qué hacer.

— Ya déjalo, Alegra — le indica Olivia, la hermana pequeña de Emma.

Alegra, ajá, lo menos que está haciendo ahora es alegrarme.

— Es que yo pensaba que era lindo, de hecho estaba planeando cómo seducirlo, pero si es así de amargado y negativo en su vida seguro ni siquiera se le para.

Ella habla como si yo no estuviera aquí, tan natural y descontracturada que no sé si estoy enojado o tengo envidia.

— Estoy aquí — le recuerdo con ironía.

— Lo sé, te veo — rueda sus pequeños ojos y desvía su mirada hacia la puerta por la que acaba de salir Noah, el papá de los bebés, lleno de lágrimas y mocos y que asco.

Todos se ponen de pie para recibir las noticias.

— Ya nacieron — dice sorbiendo por su nariz —, los tres están bien.

Son un niño y una niña, Stéfano e Isabella, seré el padrino del niño, aunque solo de palabra porque Emma no cree en ningún dios. Todos pelean por quién pasará primero, yo me quedaré hasta el final, así nadie me apurará para salir.

Retrocedo respirando por fin, y me siento en una de las sillas de la sala de espera.

— Te dije que todo saldría bien — dice Alegra sentándose a mi lado sin invitación.

Debe haber unas cuarenta sillas vacías, y se sienta justo a mi lado, de verdad quiere molestarme.

— También dijiste que no se me para, de tu boca solo salen mentiras.

— No dije que fuera una realidad, solo fue una suposición.

— Supones demasiado.

Se pone de pie, con una sonrisa demasiado pícara y divertida que me genera algo extraño.

Aroma a felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora