23 - También de la mía

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ALEGRA

De verdad espero que cumpla lo que me prometió, aunque siempre ha dicho que no es bueno cumpliendo promesas hasta ahora sí lo ha sido conmigo.

Solo fui una vez a las carreras con Max, porque ese día mi papá no iba. La pasé realmente muy mal, cuando los motores suenan y la chica marca la partida no sabes si volverás a ver a la persona que quieres.

No podría soportar eso con Lucas, han habido muchos accidentes, uno de ellos lo recuerdo con demasiada frecuencia, nunca murió uno de nuestra pandilla específicamente pero sí se han quebrado varios huesos. Y como si las carreras clandestinas fueran poco, no dejan de meterse en una pelea de pandillas tras otra.

No es mi mundo, no es el suyo, pero sé que siente mucha curiosidad, lo ví en sus ojos, ví cuanto realmente lo excita el peligro, y no estoy hablando de sexo.

No tengo ni idea de dónde estamos, me dormí casi todo el camino y aún tengo sueño.

— ¿Es un hotel? — pregunto intentando cambiar el tema porque lo último que quiero ahora es pelear con él.

Odio pelear con él, solo quiero que me abrace y darle besitos.

Si, lo sé, son pensamientos cursis y melosos, pero en eso se quedan, en pensamientos, jamás lo pondría en palabras.

— No — responde conteniendo una sonrisa.

Miro la hora porque no tengo ni idea en qué año estoy. Son las once, salimos a las siete así que lleva cuatro horas conduciendo, debe estar cansado.

— Tengo hambre —protesto llevando mi mano a mi abdomen vacío. 

— Ya llegamos y te compro lo que quieras.

Mi mamá me dio dinero y yo tenía algo ahorrado, pero se me hace tierno que quiera consentirme siempre.

— ¿Quien paga por todo esto? — debí preguntarlo antes, pero hasta ahora no lo había pensado.

— Tu papá paga la estadía, el mío todo lo demás.

Supongo que con "todo lo demás" se refiere al combustible y la comida.

Entramos por un camino entre las sierras, todo los que se ve alrededor es hermoso, naturaleza en su estado más puro.

Al final del camino hay un pequeño pueblo de pequeñas cabañas una idéntica a la otra.

— Que bonito — murmuro abriendo la ventanilla para que el aire puro nos invada.

— Llamé de camino, conseguí otra cabaña para tus amigos así que igual estaremos solos.

Eso me hace sonreír, sé que a Zac le vale mierda todo y Max nos evitará lo más que pueda, así que no creo que nuestros días de vacaciones estén arruinados por completo.

— Nos arruinaron nuestro plan de parar en el camino por un poco de peligro, pero no arruinarán lo que te he preparado para esta noche.

— Ya quiero que sea de noche ¿Qué hora es? Tal vez si duermo la siesta se pase más rápido... — murmuro viendo mi teléfono para luego levantar la vista y mirarlo — O tal vez quieras darme un adelanto...

Lucas se ríe, mientras estaciona su auto.
— Primero la comida, luego el postre.

Me quedo bajando las cosas del auto mientras él va a hacer el check-in en la administración. Hay un día hermoso, hace calor pero la brisa fresca lo vuelve agradable.

Lo observo en la distancia hablar con Max y Zac y muero de curiosidad por saber de qué hablan. Luego de unos minutos viene hacia mí trayendo la llave.

Aroma a felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora