31 - Yo también te extraño

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ALEGRA

Estoy esperando una respuesta, pero él tarda unos segundos en decir algo. La noche nos ha cubierto por completo, las débiles farolas del parque apenas nos alcanzan y siento que no es un buen sitio en el que estar.

— Es que... — balbucea y los nervios me atacan — En realidad yo no...

Un fuerte sonido nos interrumpe. Lucas toma mi muñeca y me jala hacia un gran árbol que da comienzo al pequeño bosque en el que tantas veces me he metido.

Nos escondemos detrás del árbol y lleva un dedo a sus labios para indicarme que haga silencio.

Varias voces se escuchan cada vez más cerca, reconozco algunas de ellas.

Nate, Max y... ¿Valeria? Vienen con al menos tres personas más.

— Te dije que no la traigas — reclama Max con fastidio.

— Estoy aquí — se queja Valeria —. No hables de mí como si no estuviera.

— Yo no la traje, de hecho ya terminamos — Nate le resta importancia y Lucas arruga su frente.

Sé que de verdad tiene una lucha con sus instintos violentos, pero se controla casi en el cien por ciento de los casos.

— No vine por este idiota, vine porque el chico que sí valía la pena ya no me quiere.

La voz de otra chica a la que no conozco llega a nosotros con claridad.

— Ella viene conmigo, ya cállense y caminen.

Siento curiosidad y no suena a que vayan a hacer nada bueno.

Se adentran en el bosque y luego de que se alejan lo suficiente Lucas me jala para seguirlos.

Diviso a la chica que hablaba con Valeria, es esa chica de la que no recuerdo el nombre pero creo que está enamorada de Lucas.

Ahora mismo la veo muy cerca de Max, su mano está sobre su hombro y él no parece incómodo con eso, de hecho cada tanto le lanza una sonrisa.

Dios sí, por favor, lo mejor que me puede pasar en la vida es que Max se enamore de otra persona.

Atravesamos el pequeño bosque por completo y salimos en una calle completamente desierta. Ahora no podemos seguirlos sin que nos vean, así que solo nos quedamos en la oscuridad del bosque hasta que se alejan lo suficiente doblando en una esquina.

Corremos hacia allí para no perderlos de vista, en realidad Lucas corre y me arrastra con él sujetando mi mano, pero al llegar a la esquina ya no los vemos. Es una calle cerrada y al final hay una gran edificación que parece ser una fábrica abandonada.

— Seguro se metieron allí — asegura él.

Me jala para llevarme con él nuevamente. No ha soltado mi mano en todo el camino, ni siquiera cuando caminamos y eso me tiene bastante confundida.

Me detengo a mitad de camino.

— ¿Te parece seguro meternos allí? Ni siquiera sabemos qué hay dentro.

— Mi hermana está dentro — asegura como si ese fuera motivo suficiente —. No tengas miedo, yo cuidaré de ti.

Ojalá también quisieras cuidar de mi corazón, que me tienes esperando tu rechazo como idiota.

Apenas se ve dentro así que tenemos que encender las linternas de nuestros teléfonos, definitivamente fue una fábrica algún día.

— Esto es estúpidamente peligroso, si querías a tu hermana la hubieras interceptado en el bosque — me quejo por lo bajo.

Aroma a felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora