Epílogo

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LUCAS

Nueve meses después…

Los Ángeles Lakers. ¿Sí saben lo que eso significa? Es uno de esos sueños que suenan tan imposibles que ni siquiera te atreves a mencionarlos. Y ahora estoy a punto de subirme a un avión, con mi novia y con mi hermana para hacer la pretemporada con ellos. Voy a jugar en la NBA.

—Estoy muy nerviosa ¿lo entienden? Voy a estar en la misma ciudad que él luego de nueve meses sin ni un mísero mensaje —Valeria está a punto de caminar por las paredes, no hay forma de que se quede quieta.

Félix preguntó por ella en cada una de las videollamadas que hemos hecho en estos meses, pero no entiendo por qué no la ha llamado.

Alegra y Valeria entraran en su segundo año de universidad en unos meses, mi padre, que ahora también es mi representante, consiguió un cupo para ambas en una muy buena universidad en California. Pero a pesar de que desde hace cuatro meses los tres estamos tomando clases intensivas de inglés aún se nos hace difícil la fluidez.

—Todo estará bien, es Félix, con solo verte se le aflojarán las piernas —Alegra intenta tranquilizarla.

—¿Y si ya no me quiere? O peor… ¿Y si está con otra chica?

Me río y paso mi brazo sobre su hombro.
—No está con otra chica, acabo de hablar con él, todo está bien.

Ultimo llamado, volteo a ver a mi padre que toma la mano de la madre de Alegra y ambos sonríen. Un ultimo abrazo, sé que nos veremos pronto, pero no deja de ser difícil salir al mundo solo.

—Iremos para navidad, por favor cuídense mucho y manténgase unidos —Julia besa a su hija en la mejilla y por fin nos vamos.

Manténganse unidos, si hay algo que aprendimos de todo esto es que siempre estaremos unidos.

.

Estamos sentados en el avión y Alegra recuesta su cabeza en mi hombro.

—Pensé que nuestro primer destino sería Alemania, pero Los Ángeles no suena nada mal —comento recordando nuestra conversación hace unos meses en la playa.

—Siempre podemos encontrar un restaurante refinado y hacerlo en el baño —complemente ella, y es increíble porque de verdad estaba pensando lo mismo.

—¡Cállense, me dan vergüenza! —se queja Valeria cubriendo su rostro con ambas manos.

—¿Qué te parece comenzar con el baño de un avión? —sigo con el juego para molestar a mi hermana.

Algo me dice que por la expresión que pone Alegra en realidad ya lo había pensado, será hasta que todos se duerman, entonces.

—¡Por Dios, Lucas! Ya te contaré yo cómo Félix me da por todos lados.

Que asco.

Elevo ambas manos en señal de rendición.
—Está bien, ganaste, pero no vuelvas a decir algo como eso en mi presencia, por favor.

Ambas estallan en risas, esto de que sean tan amigas termina influenciando a mi hermana hacia esos lugares oscuros que son geniales cuando vienen de tu novia, pero no quieres saberlo cuando se trata de tu hermanita.

---

La noche en Los Ángeles es una cosa hermosa, pero no tanto como la chica que sujeta mi mano justo ahora.

—¿Podemos decorar la casa para navidad? —pregunta con sus ojitos brillando, señalando una tienda de artículos navideños.

Aún falta como un mes para eso, pero si esa va a ser su carita mientras lo hacemos podemos celebrar navidad el año entero.

—Podemos hacer lo que tu quieras, somos libres.

Ella sonríe, trae un adorable gorro de invierno que la hace ver muy dulce.

Se acerca a mí tomando mi rostro entre sus manos y dejando un beso muy tierno en mis labios.

—Tú me volviste libre.

—Tú me haces feliz, se me hace un trato justo.

Hay momentos en la vida en los que todo parece oscuro, no llegamos a ver ni el más mínimo rayito de luz, y a pesar de estar ciegos y perdidos hay que estar convencido de que eso no durará para siempre.

La vida me había vuelto un descreído, un descreído del amor, de los sueños, de la felicidad y de la vida misma. Ella me trajo de regreso, ella me enseñó a soñar en grande y mis sueños me superaron a mí mismo. Ahora, con lo único que puedo soñar es con sostener su mano el resto de mis días.

¿Qué clase de droga eres, Alegra?

La respuesta es mas simple de lo que imaginé: Felicidad.

Aroma a felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora