29 - Escuchar su voz

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ALEGRA

Dios ¿Cómo hice una estupidez tan grande? Pienso en eliminar el mensaje pero justo cuando voy a hacerlo me marca los dos malditos tildes azules.

Ya lo leyó, y no solo eso, también me dejó en visto.

Claro Alegra, ¿Que esperabas? ¿Un "yo también te amo regresemos por favor"?

Ilusa.

Ilusa y cobarde.

Me siento en mi sofá a cuestionarme el porqué de mi existencia cuando alguien toca mi puerta.

Mi corazón se detiene al abrirla y toparme de frente con sus ojos azules.

Estoy nerviosa ¿Adónde mierda ha ido toda mi seguridad?

— Perdón — susurro bajando la mirada.

— ¿Por cuál de todas las cosas te estás disculpando? — no hay conciliación en su voz, sino más bien molestia.

— Por el mensaje de recién, no era el momento ni la forma, pero fue sincero.

Lucas se recuesta en el marco de mi puerta abierta y cruza los brazos sobre su pecho estudiándome con la mirada.

— No te entiendo, de verdad, ni un poquito.

Lo extrañé tanto mientras estaba en Brasil que me parece extraño tenerlo enfrente.

Nunca pensé que me iba a enamorar de esta forma, en una situación como esta con otro chico yo hubiese aprovechado el viaje para salir con cuánto chico se me pusiera enfrente.

Pero cuando se te acerca un moreno de un metro noventa cuyo abdomen parece una barra de chocolate, te ofrece una caipiriña y tú dices "no gracias" entiendes que de verdad estás enamorada, y que no importa cómo, pero hay que resolver esto.

— Tú me dejaste a mí ¿Lo recuerdas? Me dijiste que nunca me perdonarías por lo de la carrera — insiste manteniendo su expresión neutral.

— Y luego tú me dejaste a mí porque crees que aún estoy enamorada de Max.

— ¿Y no es así? — me da una sonrisa descreída y tengo que contenerme para no tocarlo porque no tienen idea de cuánto lo extraño.

— No, no es así, ni siquiera está cerca de ser así. Estoy enamorada de ti, solo de ti — confieso buscando sus ojos para que vea que no miento.

— No fue lo que dijiste en la terraza — la ironía es su defensa y lo entiendo.

— No, no fue lo que TÚ dijiste en la terraza. Ni siquiera me dejaste hablar... — se queda pensando por unos segundos y no responde nada — Asumo mi parte de la culpa por ser tan cerrada contigo, me cuesta hablar, pero si estás dispuesto a escuchar puedo contarte la historia completa, desde el principio hasta el final, y te juro que seré cien por ciento sincera.

Muerde su labio inferior, mi corazón se detiene para esperar su respuesta.

— Tal vez en otro momento, mi hermana me está esperando abajo — da un paso hacia atrás y se me queda viendo.

Tengo muchas ganas de abrazarlo, pero el miedo de que use su clásico "no me toques" en mi contra me aterra, así que no lo intento.

— ¿Me amas? — pregunta directamente.

— Sí — respondo sin titubeos.

— Que lástima — murmura por lo bajo —. Solo hay un primer "Te amo", que lástima que lo hayas usado de una forma tan cobarde.

Me da una última mirada y lo observo caminar hacia el ascensor.

Eso dolió pero tiene razón, fui muy cobarde, me desilusioné incluso a mí misma.

Aroma a felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora