38 - Segunda oportunidad

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VALERIA

Es mi primer día en la universidad. En realidad era ayer pero las cosas se complicaron bastante, hoy si voy. De hecho ya estoy llegando.

Lucas no podía traerme porque tiene entrenamiento, iba a tomar un autobús pero entonces su papá dijo que me traería. Él está siendo super lindo conmigo, nunca alguien se había preocupado tanto por mí, pero de todas formas siento que soy un estorbo en su casa. Yo no soy su hija, solo soy el recuerdo de la peor traición de su vida.

Ojalá él fuera mi papá, siento que Lucas no lo aprovecha tanto como debería.

— ¿Estás nerviosa? —pregunta con un sonrisa.

— Tengo miedo —murmuro viendo hacia la ventana.

No pasemos por alto el hecho de que alguien me drogó ayer, no sé cuál era su objetivo pero logré escapar y ni siquiera puedo recordar cómo.

— ¿Me creerás si te digo que estoy cuidando de ti? —le doy un asentimiento pero los nervios no desaparecen —. Disfruta tu primer día, Vale. Haz nuevos amigos, diviértete, igual que tu hermano, que de cuidarlos me encargo yo.

Varias preguntas llegan a mi mente y la primera es obvia. ¿Que tenía mi madre en la cabeza cuando lo dañó de esa forma?

Mierda, lo mismo que tenía yo cuando lo dañé a Félix.

Y la segunda es ¿Por qué me cuida? Yo supongo que es porque Lucas es la persona que más ama en su vida, y quiere quitarle un poco la carga.

De hecho está pagando mi universidad para que él no tenga que hacerlo.

Estaciona su auto en la calle, en la entrada del campus. Tomo mi mochila del suelo y me quito el cinturón.

— Toma —dice extendiendo un billete —. Para el almuerzo.

— No gracias... —balbuceo — Lucas ya me dio.

El rueda los ojos en un gesto muy infantil que me hace reír y mete el billete en el bolsillo de mi mochila.

— No eres una carga para mí, me gusta que estés en casa —aclara como si leyera mis pensamientos —. Siempre quise que fueras mi hija, y me sentí muy culpable al ver la vida que llevabas porque dejé a tu mamá. Debí aceptarte igual, debí dejar que siguieran viviendo conmigo. Intenté años después que ella los dejara a ambos venir conmigo pero no tuve suerte, así que ahora solo te pido que me dejes cuidar de ti, no lo hago por lástima, lo hago porque de verdad quiero hacerlo y porque...

Ya no dice lo que iba a decir, pero supongo que tiene algo que ver con mi papá, ellos eran mejores amigos cuando tenían nuestra edad.

Cuando creces sin que absolutamente nadie cuide de ti es difícil creer en palabras como esas, aunque sonaron muy sinceras.

— Gracias, de verdad lo intentaré.

Le doy una sonrisa y bajo de su auto justo para ver cómo frente a mí Alegra baja del auto de Félix. A él aún le queda un año de colegio, también comenzaba hoy pero sin dudas se preocupó de traerla antes.

Cruzamos miradas y es tan incómodo como doloroso. De todas formas ya comprendí que tengo que dejarlo ir, lo que le hice ayer en el hospital fue completamente injusto.

Tuve mi oportunidad y la dejé pasar, ahora tengo que dejarlo ser feliz con esa otra chica, no fue mi intención dar golpes bajos solo pretendía ser sincera y terminé dañándolo otra vez.

Es un superpoder que tengo, dañar todo lo que toco.

Y ahora estoy aquí, sola, con lo mucho que me cuesta hacer amigos.

Aroma a felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora