ALEGRA
Ya comimos el helado, pero no mi churro porque donde los venden estaba cerrado por ser domingo.
— No quiero llevarte a casa aún, ¿a dónde quieres ir? — me da mucha ternura su sinceridad.
Voy a responder pero su teléfono suena y el aprovecha que se detiene en un semáforo para mirarlo.
— Es mi papá, dice que si queremos ir a cenar.
— ¿Yo también?
Mira hacia adelante un poco avergonzado.
— Sí... tal vez le hablé un poco sobre ti.Muero de ternura por eso.
¿Ternura? ¿Acaso habita dentro de mí un sentimiento similar? ¿Qué pasa conmigo?
— Vamos, me cae bien tu papá.
— Espera... — murmura deteniéndose a unas calles de la casa de su papá — Quiero que hablemos antes.
— ¿De qué? — mi corazón late a una velocidad impensada.
¿Por qué? Vaya uno a saber.
— Me gustas, pero de verdad me gustas, no es juego, no es similar a nada que haya experimentado antes.
No sé qué decir a eso, quiero ser sincera pero por algún motivo tengo mucho miedo.
— Tú también me gustas.
Él asiente y se toma un segundo para seguir hablando.
— No es eso lo que quiero saber, es que... ¿Estamos yendo en serio o estamos jugando?Dios ¿Qué pasa conmigo? Me transpiran las manos, tengo ganas de hacer pipí y mi estómago parece que tiene halcones en lugar de mariposas.
De todas formas me muestro segura, eso me sale bien.
— Al parecer estábamos jugando y de pronto todo se volvió serio. Quiero confiar en ti, pero ¿cómo avanzar cuando tú no crees en el amor?Se voltea a verme, sus ojos azules indagan en los míos buscando sinceridad y es lo único que encuentran.
— Si tú me aseguras que no estás jugando yo confiaré en ti, ¿tú crees en el amor?
— Sí.
— Pues enséñame a creer a mí también.
Quiero hacerlo, de verdad que sí, pero ¿por qué tengo tanto miedo?
No puedo decir nada, así que solo le doy un beso tierno que dice "lo intentaré".
— Solo dejémoslo fluir, sin presiones ¿Sí? — asiento brevemente rozando nuestras narices y sonriendo.
— No creas que porque estoy asumiendo que me traes tonta dejas de deberme un churro, aún me lo debes y lo reclamaré hasta que lo pagues.
Me acomodo en mi asiento y pone el auto en marcha otra vez.
— Lo sé, pesada.— Sí, siempre dices que lo sabes pero nunca me lo compras... — él sonríe, y como efecto automático yo también lo hago.
Llegamos a su casa, mete el auto al garaje y eso solo significa que planea dormir aquí.
— Escucha, mi papá hará preguntas incómodas, no tienes que responder si no quieres...
Parece nervioso así que le doy un beso para que se tranquilice, o en realidad cualquier excusa es buena para besarlo.
— Estaré bien, mientras la comida no sea pescado, odio el pescado.
Él se ríe y se afloja moviendo sus hombros.
— Es vegetariano, aunque seguro pidió que hicieran carne para nosotros.
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Aroma a felicidad
Teen FictionDespués de varios fracasos amorosos y familiares, Lucas siente que la felicidad solo existe en el imaginario de las personas. Perder su tiempo intentando alcanzar algo que nunca llega ya no le parece una buena idea, así que se resigna a transitar es...