41 - Amancay

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LUCAS

Quisiera estar en cualquier lugar, menos aquí. Bueno, no en cualquier lugar, quisiera estar en mi cama, acurrucado con mi novia y calentito. Pero estoy aquí, con gente que me cae mal, fingiendo que me caen bien y esperando la oportunidad para quedarme a solas con una chica que me hace sentir muy incómodo para lograr sacarle información.

Todo sea por ella, la seguiría hasta en la mas descabellada locura.

Hace rato están conversando sobre cosas que no me interesan, no he dicho una palabra en al menos la última hora y Katia lo ha notado.

— ¿Qué pasa? Casi no hablas —pregunta por lo bajo mientras lo demás ríen escandalosamente de algo que ni siquiera es gracioso.

— Pensé que podría despejarme pero no puedo dejar de pensar, lo siento —dejo mi vaso sobre la mesa luego de vaciarlo por segunda vez.

Ya no tomaré más, necesito lucidez. Aunque soy una persona que necesita mucho alcohol para sentir sus efectos mejor no arriesgarse.

— ¿Quieres salir por un poco de aire? Podemos ir a caminar por el muelle…

No, no quiero.

— Sí, eso sería bueno.

Katia inventa una excusa tonta para decir que nos vamos haciendo que todos se burlen con sugerencias sexuales muy estúpidas. 

Básicos, si supieran que prefiero reventarme un testículo con la mano antes que hacerle algo así a Alegra…

Afuera hace frío, el otoño ha llegado marcando su presencia, y tener el agua del río tan cerca hace que de inmediato mis dedos se sientan helados.

Me pongo la capucha de la sudadera y meto las manos en los bolsillos, ella se pone su chaqueta y frota sus brazos varias veces.

Ni sueñes que te daré mi sudadera, yo también tengo frío.

— ¿Qué te tiene tan triste? No me gusta cuando tus ojos no brillan.

Bueno, ayer casi mato a golpes a un chico que antes pensaba que era mi amigo, alguien está amenazando a la mujer que amo y tengo que fingir que me caes bien.

— Alegra.

— ¿Qué paso con ella?

Tengo que mentir, es parte del plan pero soy muy malo mintiendo y más aún si tengo que hablar mal de ella.

Imagínalo, haz que la situación se desarrolle en tu mente, intenta ver la mayor cantidad de detalles posibles y siéntelo, como si realmente hubiera pasado ¿Qué sentirías entonces?”

Intento seguir las indicaciones de Alegra, cierro mis ojos y lo veo, lo veo con tanta claridad que hace la sangre hervir en mis venas, y creo que lo siento con tanta intensidad porque sé que aunque no fue ahora en realidad sí pasó, y pasó muchas veces.

— Ella se acostó con mi primo.

Katia abre sus ojos sorprendida.

— ¿Con Félix? ¿Te engañó con él?

— Sí, y yo los vi… —camino hacia el borde del muelle y golpeo una de las tablas con mi puño de lado — … y ahora no puedo quitar la puta imagen de mi cabeza, se repite, una y otra vez como si mi cerebro quisiera torturarse a sí mismo.

Katia camina hacia mí y apoya su mano en mi espalda. Odio que me toque, ¿por qué le cuesta tanto entenderlo?

— Lo siento tanto… te dije que ella era así, pero estabas tan ciego que no quisiste escuchar.

Aroma a felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora