LUCAS
Salgo de mi habitación con el corazón un tanto acelerado, acabo de darme cuenta de que estoy jugando con fuego, porque ella me gusta más de lo que me gustaría asumir.
Me siento un poco mal por decirle eso a mi primo, pero de verdad sólo fue un impulso.
Un impulso celoso. No me gusta no saber lo que pasa entre ellos, y no me gusta no saber lo que piensa Alegra.
¿Es tonto pensar que le gusto de verdad?
Sí, ingenuo, se conocen hace dos días.
Dos días largos e intensos, pero de todas formas no son suficientes para conocer a alguien.
Me siento frente a mi hermana y Alegra no tarda en aparecer y sentarse a mi lado.
— ¿Hace calor, Alegra? — el tono irónico de mi hermana me obliga a patearla bajo la mesa.
No sé queja, solo sonríe.
— Sí, no tienes idea cuánto — responde ella dejando que una sonrisa se extienda por su rostro.
Mi hermana es un tanto celosa, ninguna chica obtiene su aprobación, ella dice que ninguna me merece.
— ¡Mamá! — grita Valeria y escondo mi rostro entre mis manos porque sé lo que se viene — Lucas se estaba manoseando con esta chica en su habitación.
Mi madre aún está en la cocina, está acostumbrada a nuestras peleas así que no le importa mucho.
— Tu hermano tiene veintiún años, puede manosearse con quién quiera — le saco la lengua a mi hermana con los ojos entrecerrados y provoco que Alegra se ría.
No sé cómo la dejé entrar en mi mundo tan pronto, pero ni modo, ya está aquí.
Se pone de pie y se apoya en la mesa para hablarle de cerca a mi hermana.
No mires su trasero, no mires su trasero.
Tarde, ¿Pero que pretende? Casi que está en mi cara.
Presiono mis piernas para intentar que lo inevitable pase, pero no lo consigo.
¿En serio viene a provocarme aquí? Es exageradamente inoportuno.
— A ti te hace falta un poco de acción, a ver si dejas de ser tan chismosa.
Valeria rueda sus ojos con molestia.
— Pues preséntame a tu hermano.
— Mi hermano vive en Londres, tú me pagas el pasaje y yo te lo presento con gusto.
Vaya, ni siquiera sabía que tuviera un hermano. De hecho, acabo de notar que no sé absolutamente nada de ella.
Mi mamá llega a servir la cena y la infantil discusión se termina.
— ¿Que estudiarás? — le pregunta buscando conversación.
— Licenciatura en turismo, no iba a hacerlo porque mi mamá no podía pagar por la universidad, pero al parecer mi papá recordó mi existencia y pagó mi matrícula.
Eso me recuerda que debo pagar por la universidad de mi hermana.
— ¿No te llevas bien con tu papá? — la pregunta de mi hermana es genuina, ella no conoce al suyo, tienen un punto en común.
— Lo vi dos veces en mi vida, una cuando tenía siete años y un juez lo obligó a darme su apellido y otra hace unos meses, lo crucé de casualidad en un centro comercial y miró hacia otro lado.
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Aroma a felicidad
Teen FictionDespués de varios fracasos amorosos y familiares, Lucas siente que la felicidad solo existe en el imaginario de las personas. Perder su tiempo intentando alcanzar algo que nunca llega ya no le parece una buena idea, así que se resigna a transitar es...