32 - Felicidad

4.6K 618 147
                                    

LUCAS

¿Será que ya puedo decir que es mi novia? Nos dijimos el uno al otro que queremos estar juntos, eso tiene que ser suficiente ¿Verdad?

Solo pregúntale.

Ajá, como si fuera tan simple…

De hecho lo es.

La observo de reojo sentada en el asiento del copiloto de mi auto, vamos al parque a jugar basquetbol. Ella también me está mirando, sus ojos divertidos me observan con curiosidad. Tal vez estoy haciendo algunos gestos mientras discuto con mi subconsciente.

— Alegra… tal vez suene tonto pero yo…

— Sí, soy tu novia — interrumpe evitándome por completo la incomodidad.

— ¿Cómo sabías que pensaba en eso? — cuestiono sin salir de mi asombro.

— Las novias saben esas cosas — sonríe con arrogancia y luego se estira para dejar un besito en mi mejilla.

Hay una especie de calidez en mi pecho cuando ella está cerca, algo que no me permite dejar de sonreír.

¿Qué clase de droga eres, Alegra?

Creo que por primera vez tengo la respuesta.

.

Miro hacia afuera en cuanto estaciono mi auto en el parque, el cielo está gris oscuro y ya no hace tanto calor, sin dudas el otoño está llegando.

— Tal vez debamos regresar — digo pero ella se baja de todas formas, tomo el balón y bajo tras ella —. Se viene una buena tormenta.

— ¡Oh! ¡Lo olvidaba! El chico es de azúcar y no se puede mojar porque se derrite — se burla con ironía mientras arranca el balón de mis manos —. O tal vez está muy asustado de que le gane…

— ¡Ja! Como si eso fuera posible… — sale corriendo a la cancha y camino tranquilamente tras ella.

Me mira desafiante mientras rebota el balón en el suelo, sé que puedo ganarle con facilidad pero eso no sería nada divertido. Al menos voy a darle esperanzas.

Intento un par de quites fallando voluntariamente, pero en el tercero intento quitársela de verdad. Ella voltea muy ágilmente y presiona su trasero contra la única parte de mi cuerpo que no soy capaz de controlar.

Doy un paso hacia atrás y ella lanza hacia al aro encestando en el primer intento.

— Tramposa — murmuro en su oído.

— No te he golpeado, dudo que eso cuente como falta — encoge sus hombros haciéndose la desentendida y va por el balón.

Okay, jugaremos sucio entonces. Me quito la camiseta y la arrojo a un lado donde ella dejó su campera. Se sorprende al voltearse, sus ojos bajan por mi torso desnudo y luego regresan a mis ojos.

— Exhibicionista — me acusa.

— No creo que sea una falta ¿O sí? — ironizo en lo que siento la primer gota caer en mi mejilla.

— De todas formas no ganarás — asegura volviendo a rebotar el balón y dándome la espalda. La dejo creer que tiene el control pero cuando va a lanzar otra vez me presiono contra ella desde atrás sorpresivamente haciendo que deje caer el balón al suelo.

— ¡Ah! — deja escapar de sus labios enviando un calor inconfundible a entre mis piernas. 

Creo que necesito ir a sentarme un minuto, la ropa deportiva es muy evidente.

Aroma a felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora