¿Sera porque te amo?||Erick B. Colón.|Completa.

P7: Plan de escape.

Danna se miró en el espejo un largo momento contemplando la imagen de ella misma que se proyectaba delante de ella. Su mirada marrón brillaba con tanta intensidad que de repente no le parecía real. ¿En qué momento su relación con Erick había dado un giro completamente diferente? ¿En qué momento habían pasado del odio al amor?

Bien, no es que ella lo hubiese odiado de todas maneras. Cierto que no toleraba su presencia por obvias razones pero eso no era odio; era más bien frustración. Sentía tanta frustración por saber que no podía hacer nada para terminar con aquella situación.

¡Y ahora en verdad estaban juntos! ¡Juntos!

Amaba la sensación que sentía su cuerpo cuando Erick la tocaba o la besaba. La manera en la que sus labios encajaban perfectamente con los del pelinegro le parecía abrumadora. Era como si fuesen un par de piezas de rompecabezas que encajaban perfectamente. ¡Y amaba la sensación!

Se giró sobre sus talones cuando escuchó un par de golpes en la puerta de su habitación. Se alisó una arruga inexistente de la falda de su vestido y soltó un pequeño suspiro.

—Pase.—anunció sin dejar de mirarse.

Un Erick envuelto en un pulcro traje negro quedó a su vista. El muchacho le ofreció una pequeña sonrisa que hizo que su corazón se acelerara de inmediato. Danna lo miró a través del espejo y sintió sus piernas comenzar a temblar ligeramente, el color negro de su ropa hacía que el verde de sus ojos resaltara todavía más y haciéndolo parecer completamente atractivo.

—Dios mío, cuando dije que todo el mundo me envidiaría por la belleza de mi esposa realmente nunca me imaginé que lucirías de este modo.—respondió.—Te miras completamente hermosa y definitivamente me quedé muy corto...—la halagó.

Danna rio en voz baja y se giró para mirarlo a los ojos directamente. Dejó escapar un pequeño suspiro y él se acercó a ella para dejar un pequeño beso sobre sus labios.—Tú también te miras increíblemente apuesto, Erick.—murmuró sonriéndole.—Definitivamente el color negro es lo tuyo...—decidió ofreciéndole una amplia sonrisa.

—Tengo algo para ti.—inquirió el ojiverde mientras ella lo miraba atentamente.

—¿Algo para mí?—repitió.

—Si.—respondió Erick tendiéndole la pequeña cajita que Zabdiel le había entregado un rato antes.

—¿Me vas a pedir que me case contigo?—cuestionó con una mueca divertida en los labios. Erick rio.

—Pues realmente nada me gustaría más que casarme contigo pero todavía es demasiado pronto.—decidió.—Aunque eso no quiere decir que alguna vez no te lo vaya a pedir pero aun así sigue siendo muy apresurado...—Danna rio.

—Qué bueno porque de todas maneras primero tengo que saber si quiero pasar el resto de mi vida a tu lado.—inquirió encogiéndose de hombros de manera despreocupada. Erick se echó a reír y negó bastante divertido.

—¡Eso fue cruel!—anunció en medio de un suspiro.—Pero no se trata de eso, es algo completamente diferente. Es un regalo y me encantaría que lo usaras el día de hoy.—murmuró tendiéndole la pequeña cajita.

Danna la tomó casi con manos temblorosas y tras una mirada por parte de Erick que la incitaba a abrirlo ella lo hizo. La abrió cuidadosamente y sus ojos casi se salieron de sus cuencas cuando descubrió unos pendientes con lo que ella creía que era un diamante.

No es que supiera mucho de joyas, esos eran los temas en los que su madre se especializaba pero sin duda alguna sabía que ese regalo era muy costoso. Porque al final de cuenta todo lo que brillaba de esa manera tenía que ser costoso.