¿Sera porque te amo?||Erick B. Colón.|Completa.

P39: Vidas cambiadas.

—¿Estás jugando conmigo, verdad?—murmuró él sin dejar de mirarla.

—¿De verdad crees que jugaría contigo con algo así después de lo que pasó…?—Erick se echó a reír de inmediato, se puso de pie en un salto y la envolvió en u largo abrazo sentados a su lado. Danna rio mientras él dejaba muchos besos por su rostro.

—Dios, Dan…—susurró.—¿Te das cuenta de esto? ¡Vamos a ser padres!
—Vamos a ser padres.—repitió.—Perdón por no habértelo dicho antes pero estabas muy ocupado con el proyecto y realmente no había encontrado el momento adecuado…

—No importa—respondió.—Lo importante ahora mismo es que ya lo sé…—hizo una pausa.—Aguarda, nosotros anoche estuvimos juntos. ¿Eso no afecta al bebé?

—No, Erick. Es un feto todavía. No tiene nada de malo por lo que estuve leyendo. Además en Miami la ginecóloga antes ya me había dado algunas…recomendaciones…—Erick volvió a reír.

—Es que no me lo puedo creer, de verdad…

—Solo…creo que esta vez deberíamos de mantener la noticia para nosotros mismos por un tiempo, en algún momento se lo tenemos que decir a los demás pero…cuando sea imposible seguir ocultándolo, pero…no me gustaría hacerlos sufrir de nueva cuenta…—Erick asintió.—Sobre todo a Zabdiel…

—Va a ser como tú digas, Dan…lo prometo…—se rio.—Seguramente cuando se entere se pondrá completamente feliz…—Danna asintió.

—Seguramente si…

—No tienes ni idea de la felicidad que siento en este momento, Danna.—anunció el ojiverde sin perder la sonrisa de su rostro.

—No realmente.—se rio.—Creo que me doy una idea…

(…)

Zabdiel se frotó los ojos completamente cansado. Lo único que quería en ese momento era terminar de una vez por todas para poder irse a su departamento donde seguramente Alfie lo estaría esperando con una cena rica, tomar un baño y dormir. Su cabeza estaba matándolo y lo peor del caso es que todavía tenía una junta pendiente. ¿Por qué su hermano no le había dicho que ser presidente de una compañía era demasiado difícil?

Dejó escapar un largo suspiro y negó un poco oprimiendo el pequeño botón del interfono. —Maya… ¿podrías por favor conseguirme una pastilla para el dolor de cabeza y un vaso de agua? Te lo agradecería mucho en verdad…

—En un minuto.—respondió la mujer.

Zabdiel no respondió, se giró en su silla y se quedó en silencio contemplando el hermoso atardecer a través del enorme ventanal de cristal que tenía delante de él. Al menos Erick había tenido la decencia de elegir una oficina con una vista bonita. Los colores amarillos y naranjas del cielo le parecían la cosa más majestuosa y hermosa que había visto jamás. Inspiró profundamente dándose cuenta que aquello era una vil mentira porque lo más hermoso que había visto jamás era sin duda alguna Miranda, incluso cuando ella lo estuviese evitando.

No entendía por qué o que era lo que estaba pasando pero desde hacía un par de semanas la actitud de la muchacha con él había cambiado un poco. Se había propuesto preguntárselo directamente pero siempre cuando estaba por hacerlo el valor se le iba.

Escuchó la puerta abrirse y los pasos de Maya dentro de la habitación.—Gracias, Maya…—anunció sin girarse pero ella no respondió. Se giró en la silla y cuando lo hizo se encontró de frente con los ojos verdes y la linda sonrisa de Miranda De la Vega.

—No soy Maya…—soltó.

Zabdiel se puso de pie en un salto pero no se movió de su lugar.—¿Qué haces aquí…?