P30: Lejos.

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—¿Er…?

Erick apartó los ojos del suelo y miró un momento a Paulina que permanecía de pie a un par de metros delante de él contemplándolo fijamente. La chica soltó un pequeño suspiro y se encaminó para acercarse a él.

—Pau…—susurró.

—Vine apenas vi tu mensaje.—respondió.—¿Qué pasó? ¿Dónde está Dan? ¿Cómo está?

El pelinegro cerró sus ojos un momento y luego la volvió a mirar.—El doctor no me ha dicho nada y hace unos…treinta minutos llegó la ginecóloga y…—negó.—Dios…siento molestarte a esta hora, Pau; pero eres la única persona que conozco que está cerca en este momento y…

Ella negó.—No es molestia en absoluto, Er.—anunció.—¿Qué fue lo que pasó?—le peguntó sentándose a su lado.

—Es realmente una historia muy larga de explicar, Pau…—murmuró.—Y todo fue culpa mía ¿sabes?

—¿Confías en mí, Er?

—Eres como mi hermana, Pau: claro que confío en ti.—decidió apartando la mirada un momento pero ella lo siguió contemplando.—Hace unos días fui a una reunión en casa de Richard…y…maldita sea, ni si quiera sé como explicarlo…

—Vamos, Erick…—susurró apoyando su mano en el brazo del pelinegro.

—Le fallé a Danna. Estaba ebrio y le fallé. Me acosté con Nicol y ella hoy apareció en casa, hubo una discusión muy fuerte; Nicol la empujó y Danna rodó por las escaleras. Y Pau ni siquiera puedo sacarme de la cabeza la imagen de Dan en el suelo…ni tampoco puedo alejar de mi la idea de que si le pasa algo a ella o a mi bebé todo va a ser culpa mía…

Paulina dejó escapar un largo suspiro.—¿Empujaste a Danna por las escaleras?

—No.

—Entonces no es culpa tuya.—respondió.

—Pero la lastimé. Le rompí el corazón por ser un maldito cobarde que nunca tuvo el valor suficiente para decirle lo que había pasado.—se reprochó a sí mismo.—Si se lo hubiese dicho nada de esto hubiera pasado ¿sabes? Danna me odiaría de todos modos pero estaría bien…

—Vamos, Erick.—susurró.—Tal vez en este momento absolutamente todo lo que yo te diga te parezca suficiente para calmar un poco tu culpa ni tus remordimientos pero créeme; que Danna esté aquí en este momento no es tu culpa. Y nunca lo va a ser porque tú eres incapaz de lastimarla físicamente y en cuanto a las heridas que tiene su corazón; solo será cuestión de tiempo para que sanen y puedan arreglar las cosas así que sácate esa idea de la cabeza, por favor. Danna y tu bebé en este momento te necesitan fuerte. 

—Pau, yo…

—¿Erick…?—El ojiverde apartó la mirada de la muchacha y se puso de pie de inmediato cuando se encontró con el doctor y la ginecóloga de su esposa delante de él.

—¿Cómo está mi esposa?—preguntó con desesperación.

—Danna tiene un par de golpes y se fracturó una costilla pero en este aspecto está bien.—respondió el hombre.—Va a quedarse un par de días en observación pero…es más un tema emocional que de salud…

—No entiendo que quiere decir con eso.—soltó él sin dejar de mirarlo. El hombre envuelto en una bata blanca llevó sus ojos hasta la mujer a su lado y ella soltó un largo suspiro volviendo a mirar a Erick.—Marie…por favor…

—Hicimos todo lo posible por salvar al bebé, Erick.—el corazón de Erick se hizo un puño y luego se rompió en mil pedazos.—Lo siento mucho, de verdad.

¿Sera porque te amo?||Erick B. Colón.|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora