P31: Historia repetida.

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Un mes después…

El sonido incesante de los latidos de un pequeño corazón la hizo estremecer, sus ojos se llenaron de lágrimas y apagó la pantalla del celular. Danna inspiró profundamente tratando de ahuyentar el llanto y la tristeza pero como cada día: era imposible.

Le dolía. Le dolía demasiado y ni siquiera sabía qué hacer para calmar su dolor.

—Dan…—la voz de Paulina llenó el aire. La castaña se mantuvo con la mirada fija en el suelo.—¿Estás bien…?

—Me duele un poco la cabeza; eso es todo.—respondió pero no la miró.

—¿De verdad…?—susurró.

—Sí.

—Zabdiel llegó.—anunció y entonces la miró.—Dice que tiene una noticia importante para ti…

—¿Una noticia importante?—repitió.—¿Sabes algo?—Paulina negó.

—Él solo dijo eso.—susurró.—De cualquier manera está en la sala esperando por ti…—Danna apretó sus labios y asintió lentamente.

—¿Está todo bien entre ustedes?—preguntó en voz baja. Paulina asintió.
—De acuerdo…—le ofreció una pequeña sonrisa antes de marcharse de la habitación.

Danna no sabía demasiado sobre el tema pero sabía que las cosas entre Paulina y Zabdiel de algún modo se habían arreglado hacía por lo menos dos semanas atrás; lo sabía porque era el tiempo que Zabdiel había ido a visitarla al departamento de su mejor amiga: dos semanas después de salir del hospital y de despedirse de Alfie.

Al principio había pensado que no soportaría estar lejos de ella; se había convertido en una especie de madre para Danna y aunque la visitaba de vez en cuando todavía la echaba de menos. Por él no había preguntado: había luchado con todas las fuerzas que le quedaban para mantenerse al margen. Los primeros días había estado completamente tentada en pedirle el divorcio pero cuando se calmó y los pensamientos impulsivos dieron paso al racionalismo entonces desistió de la idea. Lo que pasara con Erick ya no era asunto suyo.

Danna dejó escapar un prolongado suspiro y se puso de pie dejando su celular sobre la cama. Se miró en el espejo de pedestal que descansaba a un par de metros delante de ella y una vez más no se reconoció. Había perdido algo de peso a causa de la falta de hambre y la falta de sueño y además de su cuerpo su rostro también daba fe de eso. Las enormes bolsas oscuras instaladas debajo de sus ojos le dejaban en claro que hacía un mes que no dormía bien e incluso algunas noches no dormía.

Los pensamientos sobre su bebé perdido y su relación destruida le quitaban el sueño y cada vez que eso pasaba Danna se decía a sí misma que todo el dolor que sentía en ese momento iba a pasar rápido; la cuestión era que no pasaba en absoluto.

Desvió la mirada y comenzó a caminar fuera de la habitación, en la distancia podía escuchar los murmullos de Paulina y Zabdiel y cuando finalmente llegó a la sala su conversación cesó. Ni siquiera tenía que preguntar o ser demasiado lista para saber de qué habían estado hablando.

—Dan…—la saludó Zabdiel poniéndose de pie para acercarse a ella. Le ofreció una pequeña sonrisa y cuando estuvo frente a ella la envolvió en un pequeño abrazo dejando un tierno beso sobre su mejilla.

—Hola…—respondió a penas pero a Zabdiel no le importó.

—¿Cómo vas?—le preguntó apartándose de ella lentamente. Danna asintió débilmente.

—Bien, supongo.—murmuró.

—Ven, tomemos asiento que te tengo que contar un par de cosas que seguramente te gustarán.—anunció el muchacho tomando su mano para conducirla al sofá más grande de la sala. Paulina se puso de pie y los miró a ambos.

¿Sera porque te amo?||Erick B. Colón.|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora