Cuestión de Tiempo [Cuestiones II] ©

7. Igual

Torrance

Lo bueno que me llevo de esta semana fue que me gané un excelente tutor que me enseñó un par de cosas que, aunque no me gustaron —por el simple hecho de leer ya que soy enemiga acérrima de los libros—, me sirvieron mucho para defenderme en los siguientes días de clase. Supe sostener las preguntas ladillosas de algunos profesores, así me hice de cierta reputación, cosa que no quiero porque estar en boca de todo el mundo trae experiencias no muy gratas.

En lo único que no me acostumbro es en la extensa jornada, solo los martes tengo las tardes libres, el resto me la paso todo el día metida en el campus y en los espacios libres, sobre todo al medio día, me siento fuera de lugar. Por fortuna no todo es sentirme como extraterrestre en medio de tanto chico rico —aunque qué ironía si igual yo tengo dinero —. Evan lo vi este jueves saliendo del campus, preguntándome si al fin lo acompañaría el viernes al bar que me comentó, le dije que la salida seguía en pie, e incluso intercambiamos números. Solo que ahora, me encuentro en un dilema, mirando por la ventana de aquel salón de clases, sin saber qué decirle a Ethan sobre por qué no puedo ir hoy a su apartamento como acordamos cada viernes para pasar el fin de semana con él.

Obvio que le diré que voy a salir con un amigo, la cuestión está en cómo lo tome, no quiero que se sienta celoso, más me pega la consciencia cuando tengo que comentarle o sepa de quién se trata. Es que me imagino la escena, diciéndole: "saldré con ese chico con el que te topaste el otro día en mi casa, ¿recuerdas? Fue el día en que Dominic vino de viaje". De solo pensarlo me da un escalofrío para nada grato.

No quiero que desconfíe de mí, pero tampoco quiero quedar mal con Evan, además de que solo vamos en plan de amigos, nada más.

Salgo de mi ensimismamiento cuando veo que mis compañeros alrededor se ponen de pie, miro hacia el escritorio del profesor quien está recogiendo sus cosas para marcharse.

Ubicada en los puestos traseros del salón, me levanto de mi asiento, me echo mi bolso al hombro y procedo a salir, pasando por alto las miradas de algunos; pareciera que aún no se acostumbran a mi presencia, sobre todo porque no visto con las demás chicas, siendo femeninas. Hoy llevo una chaqueta en cuero, una camisa negra con un estampado de una de mis tantas bandas favoritas, jean y botas, una pinta propicia para la salida de hoy.

En serio que no me importa que digan de mí, pero es a veces fastidioso que te juzguen solo por tu modo de vestir. Hasta en murmullos que no se encargan en disimular en decir que soy hasta drogadicta y cosas por el estilo, algo estúpido a considerar, pero que sin querer esas habladurías también llegan a los profesores. No tengo que demostrarles nada, pero no quiero que por simples rumores crean que no me tomo el estudio en serio.

Mientras salgo del bloque extraigo el celular, dubitativa sin saber si llamar a Ethan o mandarle un mensaje. Estando en el exterior, dejo que la fresca brisa de la tarde que da paso a la noche me relaje un poco, dándome el incentivo que requiero para llamar a mi novio.

¡Ay! Esa palabra, de solo pensarla me da un cosquilleo en la panza y una sonrisa bobalicona se posa en mi rostro. Ubico su número en la agenda de contactos y llamo, poniéndome de los nervios el tono de espera. Al cuarto replique contesta.

—Hola, ¿ya saliste de clase? —cuestiona apenas entra la llamada.

—Sí, sobre eso quería decirte algo —comento, algo dudosa, mientras camino por el extenso camino que conduce al sendero principal que lleva directo a la salida del campus. Me muerdo el labio por el silencio que se interpone en la llamada, sin saber qué responder.

—¿Torr?

—Sí, si —apresuro a decir, succionando mi labio inferior. Sin darle más vueltas suelto tan rápido como mi boca puede—. No podré ir a tu casa hoy, un amigo me invitó a... A un bar, y pues no quería quedarle mal, es que desde el año pasado no lo veo.