Francesca
Tomar las responsabilidades de la difunta Johanna Bathory es más agobiante de lo que pensé. En un principio no quería tomar el cargo, puesto que primero aún me faltaba mucho —creo—, para escalar hasta un puesto tan importante como regular los proyectos de la constructora, los más importantes. Además, implicaba ocupar el lugar de alguien que recién lo dejaba por una situación trágica, sintiéndome abusiva pues la gente pensará "claro, como ya la dueña se fue a la tumba, los pobres abusan". No quería que sacaran conclusiones, no tenía ninguna de esas intenciones, solo el cumplir mi trabajo para con la constructora. Pero muchos que conocían mis méritos y esfuerzos, personas que siempre estuvieron allí para mí, me alentaron a aceptarlo.
Lo malo fue el tiempo; debían buscar un reemplazo cuanto antes, cosa que no ayudó en nada, fue más la presión. Era una oportunidad única, no podía desaprovecharla por las habladurías de los demás, el sueldo aumentaría, estaría al fin luego de tanto tiempo en mi propia oficina y no me habían escogido por tener un bonito rostro o porque el arquitecto Oscar Nilan —jefe de la constructora, quien fue dejado a cargo por Douglas Bathory luego de su retiro, quien a su vez debía rendirle a los mismos hermanos Bathory—, pretendiera ligarme con esa posición para tenerme más cerca, como según muchas malas lenguas aseguraban. Reconocían mi labor, que al ser la mano derecha de Johanna Bathory supe suplantarla en su tiempo ausente por enfermedades. Así que, sin dar más trabas al asunto, acepté.
El problema se dio después cuando a finales de año, justo estando por avalar el proyecto por el que tanto Johanna estaba luchando, se vino cuesta abajo. Fraudes, dineros por debajo de mesa, celebraciones de contratos antes de las fechas estipuladas, todo era confusión pues no sabían en qué momento pasó. Cuando recibí las llamadas furiosas de los inversionistas en el proyecto y de los bancos preguntando por los grandes movimientos de dineros, no me levanté del escritorio hasta entrada la noche durante una semana.
Pero eso no es nada con lo que me espera ahora que me avisaron, apenas entrando al edificio, que el ahora dueño de la constructora había llegado, convocando a una junta extraordinaria con el presidente de la compañía y conmigo.
Confinada en la que antes fue la oficina de la Johanna, reviso los datos de los contratos implicados en los fraudes, las palabras que daré. No estoy nerviosa por la explicación que debo rendir sino porque conozco, a meras lenguas, como es Víctor Bathory.
Lo había visto contadas tres veces pues me la pasaba más afuera coordinando los proyectos en ejecución y, desafortunadamente en esas ocasiones, lo veía discutir con su hermana. Dicen que es un tipo muy temperamental, un desalmado que, aunque hace bien su trabajo, no le gusta que lo cuestionen, que no acaten lo que demanda, mucho menos que lo contradigan. Imaginar cómo será su recibimiento cuando le expliquemos que no sabemos cómo se dio el fraude; hasta considero mi carta de despido. Aun así, es irrelevante lo que pueda ocasionar su tal vez discurso de odio.
Mi padre desde siempre me enseñó a lidiar con tipos así, y gracias a ello puedo sobrevivir a un ambiente laboral dominado por el machismo. Lo malo es que te acarrea una cierta reputación ante los hombres que te consideran una maldita, frígida y arrogante mujer, cosa que no soy, sin embargo es un buen modo para obtener respeto.
El replicar del teléfono sobre el escritorio capta mi atención, sobresaltándome de momento, enseguida tomo el auricular para atender; ya sospecho de qué va la llamada.
—¿Aló?
—Señora Carmin, la están esperando en la sala de juntas, el señor Víctor Bathory acaba de llegar. —La voz de Isabela suena alterada, nerviosa, algo que no me sorprende. El efecto que causa ese hombre con su sola presencia hace preocupar hasta el más envalentonado, hasta a mí y eso que no lo he tratado personalmente.
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Cuestión de Tiempo [Cuestiones II] ©
RomanceCOMPLETA | CONTENIDO +18 | 2ª parte de la trilogía "Cuestiones" | Varias vidas ligadas por un mismo apellido donde descubrirán más de una verdad Una relación a prueba que hará a dos familias colisionar Un conflicto que unirá a dos individuos que no...