Francesca
Me siento como una adolescente que está por tener su primera vez; aunque obvio es una primera cita este encuentro con Víctor, igual no puedo evadir los nervios que me produce tener toda su atención sobre mí. En el auto nos costó contenernos, más de una vez nos daba, bien fuera a mí o a él, un arrebato, desatándonos hasta casi quitarnos la ropa, desesperados por dejar que nuestros cuerpos se correspondan.
Ante esa oportunidad de estar muy cerca, me tenté de pecho; es duro, se mantiene en forma, no tan exagerado, no se marca su torso, pero si lo suficiente para que, cada que tensa los músculos, sentir como se pone firme su pecho y abdomen. Sus brazos y piernas son igual; robustas, tonificada que ante cualquier agarre o tensión se endurecen. Aunque parezca precipitado por pensarlo, me hace sentir segura de brindarle lo que siento hacia él, un deseo ardiente de que me tome con posesividad.
A este punto me desconozco pues la Francesca sensata se fue de vacaciones dejando a esta mujer que quiere experimentar algo que la haga sentir viva. Y es que desde hace mucho un hombre no me hacía sentir deseada pues la mayoría con los que me rodeo a diario, o me tratan con mucha formalidad, con desprecio, o creen que con una adulación, siendo a veces más atrevidos, pueden conseguir algo. Con Víctor fue igual en un principio, lo reconozco, pero en él sentí algo diferente a los demás que pretendían cortejarme, al menos iba directo al punto pero sin palabras soeces. No sé si es la forma en que me hablaba, la seriedad tallada en su ser o la seguridad que irradia con su sola presencia, pero a diferencia de otros hombres con los que he frecuentado, no me hacían sentir tal magnetismo como él, esa curiosidad por saber qué puede ofrecer, despertando ese modo indagador de ir descifrándolo. A eso hay que sumarle su atractivo, siendo esos ojos mieles los que de algún modo u otro me atrapan, despertando un calor en mi pecho cuando se clavan en mí, intensos, llevando esa sensación de precaución a cada parte de mi cuerpo la cual quiero desafiar.
Cuando estábamos por llegar nos acomodamos la ropa y antes de salir del coche me dio un beso tan delicado, como si ejecutara cada movimiento de su boca de forma metódica, no sé si con la intención de provocarme pero admito que lo consiguió, teniendo que cortarlo porque estaba a nada de arrebatarme para alargarlo.
Salimos hacia el edificio de apartamentos, directo al ascensor, confinado espacio donde igual a cuando salíamos de la constructora, Víctor aprovechó para posicionarse atrás mío y darme besos en el cuello, ligeros toques que erizaban mi piel.
Estando en el piso designado, me adelanta el paso; solo hay una puerta, un corto pasillo que lleva a ella; abre la entrada al apartamento, prendiendo las luces gracias a los apagadores que están al lado de la puerta. Quedo deslumbrada por el gran espacio, un pent-house que ocupa el último piso del edificio.
Todo está en orden, luciendo tan a él. Los colores son sobrios, cada cosa es impecable, pareciera recién decorado. Mientras me adentro detallando cada cosa alrededor, siento la mano de Víctor posarse en mi espalda media hasta llegar a mi cintura, pegándome de ese modo a él.
—¿Y bien? —cuestiona, mientras me adelanta el paso, parándose frente a mí, mandando ambas manos hacia atrás. Su expresión es seria, alzando la barbilla a la espera de una respuesta.
Doy un último vistazo alrededor, fingiendo estar pensativa, me toco la barbilla con el dedo índice, frunciendo los labios para al final enfocarlo.
—Luce igual a ti —le digo, en una media sonrisa. El ríe entre dientes.
—¿Igual de sombrío y aburrido? —cuestiona arqueando una ceja. Frunzo el ceño ante esa deducción.
—No —contesto, negando con la cabeza en breve—. ¿Quién dice eso?
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Cuestión de Tiempo [Cuestiones II] ©
RomanceCOMPLETA | CONTENIDO +18 | 2ª parte de la trilogía "Cuestiones" | Varias vidas ligadas por un mismo apellido donde descubrirán más de una verdad Una relación a prueba que hará a dos familias colisionar Un conflicto que unirá a dos individuos que no...