32. El origen de mis desgracias

3.2K 366 72
                                    

Ethan

Es más el desespero de irme de este lugar que saber la excusa que tienen que dar ante lo que me ocultaron. Los segundos pasan, haciendo que la irritación a la que mi cuerpo se deja someter me agobie, tanto que creo en cualquier momento voy a estallar para pedir que dejen el maldito mutismo y se confiesen.

Sigo esperando a que hablen pero no se atreven, por lo que decido, como siempre, abrir la conversación para terminar de una buena vez con este asunto.

—¿Soy hijo tuyo, Néstor?

Mi padre baja la cabeza, arrepentido por lo que tenga que decir.

—Lo eres —responde, alzando la mirada, conectando con la mía—. Estuve con una mujer antes de casarme con tu madre.

—¿Por qué no simplemente me dijeron la verdad? —Reparo esta vez en Erin quien se mantiene enojada, de brazos cruzados, viendo a un costado, siendo indiferente a la situación cosa que me pesa más. Es como si demostrara que no le importara el que quiera indagar sobre mi verdadera madre y el motivo de esa mentira que forjaron. Decido entonces clavarle la pregunta a ella a ver si por lo menos le importo, que me acogió porque me quiso—. Madre, puedes responder esa duda.

Ella vuelve el rostro en mi dirección, juntando las cejas, hasta mandando la cabeza un poco hacia atrás por el impacto que le produjo mi pregunta, como si la ofendiese.

—¿Crees que es sencillo pedir el divorcio meses después de haberme casado, que me vean como la tonta a la que le pusieron los cuernos? —puntualiza; su voz es áspera, dolida por tener que revelar ese hecho. Me afecta demasiado el que al fin se muestre como es en realidad y no sé si quiera seguir escuchando que nunca me quiso como su hijo. Luego de dar un respiro breve, retirando el rostro a un lado como antes, prosigue—. Preferí acogerte para guardar las apariencias pues sería una humillación tener que bajar la cabeza y aceptar que no pude mantener mi matrimonio estable, por el que tanto luché para conseguir.

Me calmo para continuar, no quiero dejar nada pendiente por hablar. Aunque me afecta, lo que más quiero ahora es liberarme. Siento un ligero apretón en la mano; Torrance intenta a su modo reconfortarme y agradezco tenerla al lado porque de ser por mí ya hubiese mandado todo al carajo.

—Así que el prohibirme que esté con Torrance es una de tus tantas fachadas también, todo sea por guardar las apariencias —reprocho, apretando los dientes al final, percibiendo la rigidez en mi cuello. La mujer a mi lado esta vez acaricia el dorso de mi mano con el pulgar, logrando apaciguar las ganas de soltar todo a la mierda que me guardo.

—Te he dicho que no me hables así —advierte mi madre, apuntándome con el dedo. Me mando una mano al rostro, en un gesto de exasperación—. Lo de ustedes dos no lo voy a admitir.

—Ya basta, ¿quieres? —murmuro, resignado, luego de frotarme la cara en un intento por aliviar la frustración—. Ahora espero que guarden silencio ante lo que diré pues será la última vez que lo diga y ya es una decisión irreversible—. Me paro del asiento, seguido de Torrance a quien tomo de la mano, entrelazando nuestros dedos—. De ahora en adelante haré lo que se me dé la gana y ella... —Alzo la mano de Torr y la mía—, estará conmigo, les guste o no. —Bajo el brazo, encarando a mi padre. Erin se contiene, no dice nada pues enseguida pongo mi otra mano al frente en señal de alto, pidiéndole así que guarde silencio—. Dejaré de trabajar en la firma luego dejar mi cargo a alguien competente, espero que de aquí en adelante no interfieran más en mis decisiones y en mi vida.

Sin más que decir, rodeo el asiento sin soltar a Torrance a quien le pido me adelante el paso. Salimos pronto de esa sala, sintiendo la frescura del exterior aliviar en algo el calor contenido en mi cuerpo que por todos los sentimientos acumulados, me puso de ese modo, hirviendo de impotencia. Ahora me adelanto, dando zancadas, Torr me sigue a pasos presurosos. Agradezco que no haga preguntas, sabe que cuando estoy así de molesto soy callado y solo cuando hablo es porque estoy dispuesto a entablar conversación. Ignoro a una asistente que me pasa al lado preguntando algo, estoy tan ajeno al mundo que no me importa nada, solo acabar de una vez con esta vida que ahora que considero, ha sido una farsa.

Cuestión de Tiempo [Cuestiones II] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora