Francesca
Luego de lo que pasó en la sala de juntas donde Víctor se enojó por una llamada que recibió, de la cual me enteré ese mismo día que era sobre una huelga de los trabajadores del proyecto Casias, no volví a verlo en días, según dijeron estaba ocupado resolviendo ese asunto.
Su cambio ante mí, aunque es lo que quería, me resultó abrupto, hasta incómodo pues se mostraba reticente, más altanero y hasta frío, mordaz. Me conformé con eso, su actitud distante, tratarlo con cuidado, más cuando en cada sesión no hacía sino beber, cosa que me preocupaba pues soy testigo de lo que el alcohol hace, volviendo cualquier toma de acciones algo fuera de control.
Por mi parte estoy contribuyendo en el asunto del proyecto a mi modo, brindando toda la información necesaria. Conocí al abogado Henry Butch, quien solo pedía información sobre los costes del proyecto, remplazando a Víctor en esa función.
La situación en la constructora es tensa, sobre todo hacia mí pues muchos creen que tengo que ver con ese desfalco y fraude, y no porque pensaran que contribuí a ello, sino porque me creían incompetente. No me resultaría extraño que pidan una investigación en mi contra, cosa a la que me preparo mentalmente pues no tengo nada que ocultar.
En mi oficina, revisando la realización de unas renovaciones en algunos antiguos proyectos pequeños en la ciudad, recibo, para rematar, la visita de Gerald, mi prometido, quien de casualidad está al frente de uno de esas renovaciones, por lo que me armo de paciencia pues últimamente está muy ajeno, todo le molesta y de mí poco o nada se interesa.
Atareada revisando unas evidencias fotográficas, mi prometido entra a la oficina dando zancadas, está furioso. Por mi parte, me detengo en lo que estoy haciendo, llamando a la calma para saber cuál es su arrebato.
—¿Me mandaste a investigar? —protesta, apenas está frente a mí, luego de rodear la mesa y ubicarse a mi diestra, obligándome a girar el asiento. Me percato hasta ese momento que lleva un papel en la mano, el cual suelta sobre el escritorio.
—Primero se saluda —chanto, algo ofendida, reparando en la hoja que descansa en la superficie, junto a mi mano—. Y no sé de qué hablas.
Gerald se burla siendo irónico, posando ambas manos en su cadera en una pose imponente.
—Joder, si no sabes Francesca, lee la maldita hoja entonces y dime qué mierdas tienen que investigar de mí —reprocha, juntando las cejas, aseverado más el gesto.
Extrañada, acato su petición. Tomo la hoja de papel, la leo por encima; es un aviso sobre un proceso de investigación en su contra donde piden su entera colaboración. Elevo las cejas, sorprendida.
—No ordené tal cosa —aseguro, dejando el papel donde estaba. Lo miro con entereza, esperando que tome mis palabras en serio y que me crea—. Por el proceso que está enfrentando la constructora están investigando a todos, hasta a mí.
—¡Si, pero yo qué carajos tengo que ver! —espeta, mandando un manotazo sobre la mesa, tomando la hoja haciéndola bola.
Me pongo de pie, retrocediendo un paso. Lo tengo casi encima; no me gusta cuando se pone así porque suele propasarse. Lo encaro del mismo modo, cruzando los brazos, contrayendo mis facciones para que tenga en cuenta lo molesta que estoy.
—No sé por qué te ofuscas tanto. Si no tienes nada que ocultar no debería preocuparte. —Parece que le hubiese dado un insulto. Se torna irascible, tensando tanto la mandíbula que su cuello y sienes se marcan.
—¡Siempre has sido una idiota, Francesca! —rebate subiendo el tono de voz, dando un paso que me obliga a retroceder. Cierro tanto los puños que me duele al sentir mis uñas tallar mis palmas—. ¿Tanto tiempo conmigo y no me defiendes de las idioteces en las que te metes? ¿Tengo que también cargar con tus estupideces?
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Cuestión de Tiempo [Cuestiones II] ©
RomanceCOMPLETA | CONTENIDO +18 | 2ª parte de la trilogía "Cuestiones" | Varias vidas ligadas por un mismo apellido donde descubrirán más de una verdad Una relación a prueba que hará a dos familias colisionar Un conflicto que unirá a dos individuos que no...