26. Hasta que decidas que me vaya

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Ethan

Ella se queda expectante esperando mi intervención. ¿Qué me queda? Por mucho que retrase el momento tarde o temprano se va a enterar, sea por mi o por Erin. Resignado, templando los labios en una fina línea, la miro con detenimiento.

—No está de acuerdo —informo, aseverando mis facciones.

Torrance aparta la mirada al frente, no expresa emoción alguna, lo suficiente para saber que está destrozada por dentro. Sus ojos se empañan de a pocos, aumentando ese tono verde que los caracteriza cada que se irritan. Me le acerco pero enseguida se aparta, se pone de pie dándome la espalda.

—Tu madre tiene razón —murmura en voz trémula, da un paso tras otro, alejándose. Voy hacia ella, dejando que el enfado por esta jodida situación me embargue.

No soporto esto, viví toda la vida sometido a los demás, a que hicieran por mí lo que mejor les parece, ahora no sé por qué quiero desafiar lo que es correcto para obtener lo que quiero, así tenga que ir contra el mundo. No quiero perderla, después de vivir tres años lejos de ella.

—Torr...

—Debemos terminar con esto, no está bien —suelta, parando sus pasos, mirándome por encima del hombro en un instante. Las lágrimas se desbordan sin control de sus ojos. Por mi parte estoy que hiervo en furia.

—Torr, mírame —exijo, mi voz es grave, ronca y un tanto exaltada. Cada que respiro me siento sofocado por el nudo en la garganta que duele como los mil infiernos—. Torr.

No se atreve a encararme, tiembla en su posición, se abraza a sí misma, su llanto se hace más sonoro cada que gimotea para tomar un respiro.

—Torr, si eso es lo que quieres, repítelo, pero dilo de frente —advierto. Sé que es duro de mi parte, que debo comprenderla en su posición, pero quiero que con esta imposición se dé cuenta que me importa demasiado esto que hemos forjado.

Ella intenta regular su respiración, pero sigue llorando. Es entonces que decido darle los motivos para que me diga que es lo que quiere en realidad.

—Vivo haciendo lo que los demás dicen y lo seguiré haciendo. Si pides que me aleje, lo haré sin dudar, pero ten por seguro algo. —Doy un paso al frente, conteniendo la ira que me somete. Estoy temblando, mi corazón palpita precipitado, el miedo que puedan producir mis palabras me nubla el juicio, aunque es más el deseo que con la severidad en ellas se dé cuenta lo que en verdad siento—. Que con esto que pides me dejarás hecho nada y no me importa lo que piensen porque lo que siento es más fuerte y no pienso volverlo a perder.

Al terminar trato de recuperar el aliento, trago espeso aliviando el dolor en mi garganta y mi pecho, me siento un poco más descargado pero temeroso por su reacción, algo que no me toma mucho recibir pues se gira despacio, limpiando los sollozos que surcan sus mejillas, me mira con cierto ápice de entereza que me desconcierta.

—Y si te digo que te quedes, ¿lo harás? —balbucea, luego de enjugarse las lágrimas siendo brusca, como siempre hace cuando está fastidiada de tanto lamentarse.

Voy hacia ella con decisión. Teniéndola a centímetros, enrollo mi brazo por su cintura, tomándola por la nuca con la otra mano, enredando mis dedos en su cabello, para pegarla a mí y darle un beso tempestuoso, devorando sus labios, sumergiendo mi lengua es su boca, explorando minucioso cada rincón. Está tan impávida por mi reacción que le toma varios segundos asimilarlo.

Cuando la impaciencia toma partida, me olvido de todo, de la razón y la delicadeza, dejando que la ira y el deseo hagan su voluntad conmigo. Llevo tanto tiempo privado de ella, sin tocarla por toda esta jodida situación que me tuvo al vilo pensando en el mejor modo de revelarle la verdad, que ahora que ya la sabe y que me siento más tranquilo, quiero descargar todas las ganas que me he guardado por ella. Me hacía falta sus besos, su toque, su piel contra la mía, así que no me mido cuando mis manos bajan hasta apretar su trasero lo cual le arranca un jadeo de sorpresa, tallando mi dureza creciente contra su entrepierna para que se dé cuenta cuánta falta me hace.

Cuestión de Tiempo [Cuestiones II] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora