41. Maldita confusión

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Víctor

Los días pasan desapercibidos, como si el concepto del tiempo no hiciera ya parte de mi rutina. Desde que tengo a Francesca me he olvidado de muchas tensiones que me estresan todo el día, como el asunto de la demanda del proyecto o de mi situación con mis hijos de quienes me he alejado, no porque quiera desentenderme de ellos sino porque no me desean en su vida.

Así que solo con esta mujer bohemia que desde que desaté mi verdad, he podido olvidar parte de mi desastrosa vida, de cada tropiezo que he dado, y también con ella he encontrado el modo de meditar cómo enmendar esos errores ya que oírla es como un estímulo para evaluar mi situación.

No le he dicho nada de lo que me aflige, siempre dando como excusa los problemas que afronta la constructora; lo prefiero así para no tener un lazo, mantener esta especie de relación como algo netamente sexual, solo que... me lo pone difícil. Se porta atenta, queriendo dialogar, me habla de su hijo, incluso de cosas que puede que sean irrelevantes pero es su modo de abrirse conmigo, y eso me desconcierta porque por mi parte poco le ofrezco y sé que hace eso para que igual me exprese con ella, le muestre ese lado que me niego a revelarle. Solo que no es sencillo; cómo le confiesas a alguien que apenas estás dejando entrar a tu vida que tienes tres hijos que te odian, que uno de ellos lo tuviste con tu hermana y que por otro destruiste un matrimonio. Que maltrataste a tu hija solo porque no perdonaste las faltas de su madre y que ahora te arrepientes de todo el daño hecho. Además, cómo le confiesas lo que sientes a esa mujer que poco a poco con su encanto está colándose en cada centímetro de tu piel y en cada segundo de tu pensamiento, fingiendo que solo la buscas para sexo convencional.

Así que lo mantengo en eso, en solo un pensamiento que está lejos de escaparse de mi boca cada que ella pregunta cómo está mi día y parece notarlo cuando le respondo con un igual que siempre o, sin ninguna novedad. A veces la noto poco conforme con mis respuestas pero luego de varias citas parece haberse acostumbrado, aunque sigue insistiendo. Por mi parte me limito a detallarla a dejar esta especie de relación en apreciación y deseo, donde me pierdo en sus labios apetecibles, en sus anchas caderas, en esos vestidos que entallan su figura o de su forma de sonreír ante un comentario adulador de mi parte.

Me dejo llevar por esos ojos marrones cual pozos de perdición, por su perfume embriagador, por su piel canela que me muero por saborear en cada sesión, sin mediarlo, así fue en esta cita pactada donde la invité a mi apartamento, dándole una cena hecha con mis propias manos. No me medí, dejé que mi cuerpo actuara ante lo que deseaba. Entre besos fuimos al lugar más cercano, la sala en medio del apartamento, sentándonos en el largo sofá.

Francesca está sobre mi regazo, de piernas juntas, mi mano se aventura bajo su vestido solo que esta vez no la quiero con esa lujuria desmedida que pretende arrebatarle la ropa a tirones para hacerla mía. Mi ímpetu se sacia cuando la beso lento, deleitándome de sus carnosos labios, con sus manos suaves que acarician mi cuello llegando a la parte trasera de mi cabello para deslizar sus dedos por las hebras, mandando corrientes que erizan mi piel. Simplemente me pierdo en ella, en su calidez que dejo se adentre de a pocos en el centro de mi pecho, allí donde temo hacer este sentimiento más grande. Cayendo en cuenta que voy cuesta abajo dejo de besarla, bajando la mirada, retirando la mano de su pierna morena que me invita a desatarme, a dejar de dar tantas vueltas al asunto.

—¿Pasa algo? —pregunta la dama sentada en mis piernas a la que soy incapaz de confrontar.

Doy un respiro imperceptible, tratando de poner en orden mis ideas. Es muy temprano para considerar sentir algo, apenas llevamos saliendo un mes, sin embargo, considerando el tiempo que llevo tras ella, deseándola tantas noches, ha hecho que esa especie de lujuria se transforme en algo más, cosa que me niego a aceptar.

Cuestión de Tiempo [Cuestiones II] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora