✿ Capítulo Dieciséis

646 95 89
                                    

Un estruendoso sonido inundó la cocina, y junto con ello un plato de un carísimo material haciéndose añicos sobre las baldosas del piso.

Algunos de los demás empleados se palmearon la frente al ver que se repetía por quinta vez en la semana aquella misma escena, y el causante de ésta no podría estar peor.

"Esto se descontará de tu sueldo!" pudo escuchar Amajiki la advertencia de su jefe en su cabeza, y tanto nervioso como compungido se agachó a recoger los trozos del "refinado" plato en el suelo.

─Quédate tranquilo, no eres el primero que entra aquí sin tener el mínimo de experiencia─le consoló una voz femenina a su lado, correspondiente a una chica que le ayudaba a limpiar tremendo desastre.

─Lamento ser un manitos de hacha... ─se disculpó el azabache con algo de vergüenza, procurando que aquella chica no se lastimara.

─Descuida, yo también suelo ser algo torpe la mayoría de las veces─la chica a su lado rio, para luego ayudarle a dejar todo como nuevo─. Creo que no nos hemos presentado aún; soy Itsuka Kendo, y tú eres...?

─Tamaki Amajiki─cierta timidez se filtró en su tono de voz, sonriendo luego para disimular.

Luego de no dejar ninguna evidencia del desastre, no dudó en darle las gracias a la chica un tanto abochornado, recibiendo de vuelta un "no es nada". Tamaki continuó con sus labores de lavar los platos, escuchando a la distancia una peculiar conversación causada por su propia torpeza.

─No es de hombres dejar que una dama se encargue de limpiar su desastre!─alegaba un chico, pareciendo estar en desacuerdo.

─Sí, sí, como digas─le restaba importancia Kendo, dando a entender con ello que estaba más que acostumbrada a oír sus reclamos.

Tamaki se limitó a centrar su mirada en los platos que ahora mismo enjuagaba, procurando sostenerlos con firmeza y de la misma manera dejarlos en donde correspondían. No le hacía mucha ilusión perder parte de su sueldo por dejar caer ya fuera un plato o un vaso por accidente, ya que si bien lo del trabajo era una artimaña sugerida por Nejire, también le servía para ganar dinero por su cuenta.

"Tal vez nuestros caminos acaben separándose al final" consideró Amajiki la posibilidad, con el recuerdo de Mirio abrazándole en ese momento con tanta necesidad. Él se casaría y el azabache haría su vida, a su manera, y más tarde que nunca terminarían olvidándose el uno del otro.

─...Y lo tendré que aceptar, no?─murmuró Amajiki para sí mismo, desviando su mirada hacia la ventanilla que dejaba ver el interior del restaurante.

Allí pudo distinguir a Kirishima, quien iba tomando pedidos de mesa en mesa, con su traje de mesero medio ajustado en la cintura y con su cabello recogido en una coleta perfecta y ordenada.

Fue entonces que le tocó un pedido de cuatro integrantes, con un pequeño niño ocupando un lugar en la mesa. "Parece doblegarse cuando se trata de los niños" pensó con aire distraído, recibiendo otra cantidad de platos para lavar. Se dio un breve momento para contemplar la sonrisa que el pelirrojo le dedicaba al menor mientras tomaba su orden, para luego verle asentir frenéticamente, causándole algunas sonrisas a la familia del pequeño.

Tenía una bonita sonrisa, debía de admitir.

Nuevamente se sumió en su propia labor, dejando relucientes los demás platos, tenedores, cucharas, vasos, etc.

─Dime que el sonido de algo rompiéndose no fue obra tuya, Tamaki─se asomó Kirishima por la ventanilla, dejando una nueva orden sobre el mesón del cocinero.

─Hagamos cuenta de que no.

─Tienes suerte de que mi jefe sea piadoso─el pelirrojo rio, observando cómo su mejor amigo se empeñaba en dejar todo limpio─. De otro modo estarías despedido desde tu primer día.

Young Blood | MiriTamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora