✿ Capítulo cuarenta y siete

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Sus emociones se contrariaban unas a otras al verle allí de pie, a cuya persona le daba palmaditas en las mejillas para hacerle reaccionar y hacerle sacar aunque fuera una palabra.

Pero Tamaki ya no quería hablar.

Tampoco quería recuperarse a sí mismo, no quería saber nada de nadie, simplemente deseaba desaparecer como nunca antes.

Haciendo caso omiso a lo que él le decía, se levantó para recoger las pastillas que ahora se encontraban en el suelo, resignándose a tomárselas con agua ahora que la botella estaba hecha añicos a unos pocos centímetros de distancia.

El momento de la verdad había llegado tan de golpe, que el azabache no se sentía listo para caer de la nube en la que había estado horas antes, teniendo que reconocer lo mierda que había sido con la peliazul; necesitaba algo con lo cual desviarse, y que alguien viniera a interrumpirle igual que en aquella ocasión no podía enfurecerle más.

No obstante, apenas fue consciente de que fue jalado por el antebrazo, quedando metido en la ducha con ropa y todo, con el agua cayendo de la regadera hacia su cuerpo; tanto sus sentidos como sus pensamientos empezaron a ponerse en orden al darse cuenta de que estaba empapado, reconociendo tras parpadear varias veces a la persona que le observaba a unos pasos de distancia.

Y atemorizado.

─...Creí que esto no se volvería a repetir alguna vez─la voz asustada de Mirio caló hondo en sus oídos, recordándole amargamente la situación en la que ahora mismo se encontraba─. Desde cuándo te volviste tan propenso a querer terminar con tu vida, Tamaki?

─...Qué haces aquí?─este último cerró la llave de la regadera, ya que finalmente había reaccionado; mas se quedó en donde estaba, abrazándose a sus rodillas y sintiendo de todo menos alegría.

─Supuse que ella vendría a verte luego de... contarle todo─le respondió el rubio con cierto pesar, sintiendo el dolor de los golpes que Hadou le había propinado; los que bien merecido tenía, claro.

─Empeoras todo viniendo aquí, lo sabías?─le preguntó Tamaki con ironía, queriendo reír para no llorar; se sentía demasiado cansado, tanto emocional como mentalmente─. Deberías estar con Nejire en este momento.

─Y crees que ella siquiera quiere verme?─le preguntó Mirio con obviedad.

─Y acaso piensas que yo sí?─Amajiki se reincorporó, frunciendo el ceño en señal de molestia. Abandonó la ducha, dirigiéndose rápidamente a por una toalla; se cubrió con esta, frotándola contra su cuerpo para no sentir frío.

─Lamento que ella... te haya golpeado─se limitó a decirle Togata, notando tardíamente el rojo intenso en la piel del otro.

─Sabes?─Tamaki le dio la espalda, conteniendo las ganas de llorar que le habían sobrevenido; ninguno de los dos tenía el derecho de derramar siquiera una mísera lágrima, ya que merecían incluso algo peor que unas simples bofetadas─. No tienes idea de cuánto quiero culparte y odiarte por todo esto, sin embargo no puedo. Es responsabilidad de los dos tener que cargar con esto, ya que lo hecho, hecho está.

─Aceptaría que me odiaras tú también, Tamaki─Mirio se sentía pésimo, denigrándose a sí mismo en cada uno de sus pensamientos─. Fui un imbécil por no haberle dicho todo con anterioridad, y las cosas... bueno, terminaron tal y como imaginé.

─Yo fui... un desgraciado con ella, sin importarme en lo más mínimo verla destruida por mi culpa... ─de nuevo las ganas de desaparecer le invadieron, notando que las pastillas seguían desperdigadas en el piso; de ese modo fue que le vino un arrebato de honestidad, girándose hacia el rubio, quien al parecer había estado mirándole en todo momento─. Aunque, sabes algo? es gracioso pensar que nuevamente viniste a interrumpirme en algo que estaba dispuesto a hacer por ti.

Young Blood | MiriTamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora