AU.| Una juventud desbordante con sentimientos aferrados al corazón, perdiendo la oportunidad de darse a escuchar.
Todo dando vueltas a su alrededor en ocasiones, para aclararse cuando da marcha atrás.
Dos mundos a cada costado, uno de ellos condená...
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Nejire le había pedido expresamente a Mirio que no dijera nada que pudiera desatar una nueva discusión entre ellos, incluso le hizo prometerlo.
Amajiki los observaba desde el marco de la puerta que daba a su cuarto, viendo el momento exacto en el que el rubio le despidió con un beso a la peliazul, intuyendo lo incómodo que se pondría todo una vez que la puerta principal se cerró.
De puntillas regresó a su cama, metiéndose bajo las cobijas, haciendo de cuenta que no vio nada. Bien, sabía que Togata estaba allí, que sólo eran ellos dos y que nadie vendría a interrumpirlos durante toda la noche.
Su dicha quedaba a medias sabiendo que aquel chico dulce pertenecía a alguien más, y que el deseo de besarle se hallaba fuera de su alcance; y claro, Mirio se lo ponía mucho más difícil si no se despegaba de su lado, atento a cualquier cosa que pudiera sucederle.
─No crees que estás... exagerando un poco?─habló Amajiki, cubriendo parte de su rostro con las sábanas mientras veía al rubio sentado a los pies de la cama.
─Me siento más tranquilo si permanezco aquí, a tu lado─Mirio no se movió, y en cambio le sonrió de esa manera gentil que terminaba por derretirlo de todas las maneras posibles.
El corazón de Tamaki latió fuerte ante esas palabras, percibiendo la vergüenza apoderándose de sus mejillas; por ello se cubrió completamente, ocultando su presencia bajo las cobijas y haciéndose bolita allí.
"Quiero que se vaya" quiso pensar con seguridad, pero sus sentimientos por el rubio le hacían dudar y flaquear ante él.
─Quieres jugar a las escondidas?─le preguntó Togata con malicia, haciendo que la cama se moviera tras acercarse al bulto enrollado bajo las cobijas.
─Nunca me atraparías─contrapuso Tamaki, sabiendo lo estúpido que sería desafiar al rubio.
─Pruébame entonces─le retó Mirio, tratando de dar con él entre las sábanas y almohadas. Poco a poco fue quedando expuesto, mas sin esperárselo Amajiki se abalanza encima suyo a modo de distracción, escapando hacia el exterior del apartamento después.
Buscó cualquier lugar que le sirviera como escondite en aquel sitio tan reducido en espacio, y como opción se ocultó en el balcón, cerrando las cortinas primero para pasar desapercibido.
Mirio llegó al living minutos después, buscando con la mirada a su mejor amigo, cayendo en cuenta de que aquel lugar no estaba tan oscuro cuando llegó.
Entonces...
─Estoy seguro de que se escondió en el baño─se dijo a sí mismo en voz alta, sabiendo que Amajiki le escucharía; por consiguiente hizo como que caminaba hacia el baño dando pasos fuertes y seguros, para enseguida esconderse detrás de la pared que formaba el pasillo hacia las habitaciones.
Percibió el ventanal del balcón abriéndose despacio, y esperó con emoción a que Amajiki cruzara enfrente suyo para atraparle y ser él quien saliera vencedor una vez más.