Capítulo 39

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Palabras reprimidas

Domingo, 4 de noviembre.

—Viajaré a China este viernes —Sicheng tragó saliva, mirando directamente a los ojos de Kun. Una corriente de aire corrió por su cuerpo haciendo que se estremeciera. Sabía que era lo mejor, sin embargo, le daba una impotencia enorme tener que hacer siempre lo que su padre decía.

—Nunca supe que Kris venía —Kun hizo un leve puchero porque había fallado completamente en la ayuda de Sicheng, lo habían encontrado igual. —Perdón, ellos... ellos quizás sospechaban que alguien te ayudaba.

—Papá no es tonto —Sicheng negó con la cabeza, sintiéndose abatido. —De todas maneras, me iba a encontrar, me sorprende que no lo haya hecho antes.

—¿Le dirás a Yuta que te ayude? —preguntó Kun jugando con sus dedos, sin saber que más hacer. —Esa carta que te llegó... ¿Decía algo más? ¿si quiera sabes cómo Kris entró al departamento?

—Yuta no debe saber nada de esto —la mirada que le dio el chino hizo que Kun se estremeciera porque era tan fría y desafiante que hasta incluso le dio miedo. —Y la carta no decía nada más. La seguridad de la puerta estaba forzada, de todos modos, no me sorprende que Kris lo haya hecho. Es el mejor hombre que tiene papá para esas cosas.

—¿Este viernes te vas? —preguntó Kun entonces, alzando la mirada hacia el techo.

—Me dieron 12 días —dijo lentamente, queriendo morder su uña por el nerviosismo. —Pensaba irme antes, pero el hijo de Yoonoh tuvo un accidente, no podía irme así como así.

—¿Qué le dirás a Yuta? —volvió a preguntar Kun. —Él te buscará por cielo, mar y tierra.

—Algo se me ocurrirá —Sicheng suspiró, escondiendo el rostro entre sus manos porque lo único que quería, era cerrar los ojos y luego abrirlos con todo resuelto. La vida que le había tocado era una total mierda y no sabía como solucionarlo.

Más tarde, Yuta fue de sorpresa a su casa con mucha comida, y aunque Sicheng trataba de ser distante con él, el japonés había llegado más cariñoso de lo normal, dándole besos y abrazándolo cada vez que tenía oportunidad. Era algo casi magnético, ni siquiera podía separarse de él. Sicheng más de tres veces le dijo que se fuera, que él tenía trabajo que hacer y era obvio que estaba mintiendo, pero Yuta no notó esa vil mentira, simplemente se negó y se quedó acostado en su sofá viendo la televisión.

—Yuta —gruñó Sicheng cuando la noche cayó. —Es mejor que te vayas a casa ahora, estoy cansado.

—¿Por qué te esmeras en echarme? —se quejó el japonés, rodando los ojos divertido. —Ven aquí, bebé. Veamos una película juntos.

Sicheng no tenía otra opción más que resignarse, así que con el ceño fruncido terminó a un lado de Yuta con una película de acción frente a ellos.

El japonés, a su lado chasqueó la lengua porque desde que llegó que había notado como Sicheng estaba tenso ante su presencia, y más de alguna vez había querido correrlo de casa, pero él no se movería de ahí hasta que Sicheng le contara qué era lo que le estaba mortificando tanto.

Comenzó con pequeños masajes en sus hombros, que de vez en cuando Sicheng soltaba suspiros porque la verdad era que allí tenía acumulada tanta tensión que ni siquiera se había dado cuenta. Los besos no se dejaron estar y Yuta comenzó a dejar pequeños besos en su cuello. Sicheng, a espaldas de él, sintió como su cuerpo se relajaba ante los pequeños toques que el otro le daba.

—Estás muy tenso, amor —susurró el japonés con el ceño fruncido. —¿Algo te está molestando?

Sicheng no quería hablar, no quería emitir ninguna palabra, así que se dio media vuelta, quedando frente a frente a Yuta y entonces se acomodó en su regazo, abrazándolo fuertemente con su rostro escondido en su cuello. El japonés, resignado, soltó un suspiro y dejó pequeñas caricias en los muslos del chino.

Catarsis ↬ Jaeyong ; Yuwin ; Markhyuck [NCT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora