— ¡Bienvenido, señor presidente! —exclamó York apenas puse un pie en suelo británico, pero me fue imposible no notar su desagradable sarcasmo— ¿¡Quién lo diría!? ¡Tú y yo encontrándonos en Londres! ¡Y para un encuentro político! Si no lo veo, no lo creo.
—Si no lo crees tú, menos yo —bufé estrechándole la mano de la manera más educada posible, sabiendo que la prensa estaba al pendiente de nuestros movimientos, aunque de no ser por eso, ya le hubiese partido la cara al muy infeliz.
— ¡Taylor! ¡Que gusto de verte! —lo saludó y su cinismo me resultaba nauseabundo.
¿A quién quería engañar? Todos sabían que mi relación con William York era mucho menos que amable. Con suerte nos tolerábamos –gracias a nuestros antecedentes pasados– y ahora, de un momento a otro se le ocurría ser exageradamente agradable y no solo conmigo, sino que también con mis acompañantes.
"¿Qué diablos te traes entre manos?" pensé mientras no dejaba de mirarlo, tratando de descifrar precisamente cuáles eran sus planes.
—El gusto es mío, señor primer ministro — ¡Taylor era tan bueno fingiendo! Necesitaba un par de clases de actuación de su parte. ¡Urgentemente!
— ¿Y esta hermosa señorita? —preguntó apenas llegó hasta Grace y por poco me da un infarto.
Frente a las amenazas de la que ostentaba el título de mi novia, de ir a la prensa y revelar toda la intrigante trama que en su mente había creado, no nos había quedado otra alternativa que aceptarla en la comitiva que asistiría a la cumbre del G8. Pero dentro de lo que podíamos, nos dedicamos a cubrir todos los flancos, haciéndola pasar como mi asistente para todos los efectos legales y oficiales.
Si bien es cierto, ella no se había mostrado totalmente conforme, Charlie me hizo el enorme favor de excusarlo y ser totalmente convincente respecto al hecho de que aun siendo mi novia, el no ser la primera dama oficialmente y llevarla al viaje, podía acarrear consecuencias indeseadas. ¿Cuáles eran? ¡Ni idea! Pero de la boca de Truman, la mentira había sonado de maravilla.
Con lo único que no tuvimos tan buena suerte, fue con la idea de Taylor de conseguirle un hotel donde quedarse. Tenerla en el palacio de Buckingham era peligroso, pero gracias a que los hoteles cercanos no tenían disponibilidad de habitaciones, era un riesgo que nos vimos obligados a correr.
Creímos que con eso bastaría para que su presencia pasara lo más desapercibida posible, pero hasta cierto punto sabía que al encontrarnos con William, el tema saldría –después de todo, prácticamente se había enamora a primera vista de Amelia–, aunque hasta ese momento había mantenido una pequeña esperanza de que no comentaría el asunto tan, pero tan pronto.
No fue más que eso. Una injustificada y aniquilada esperanza.
—Soy...
—Mi asistente —me apresuré a decir para detenerla, porque estaba seguro de que no tardaría en lanzar el asunto del noviazgo como un misil— Jones. Grace Jones.
—Es un placer, señorita Jones —Le estrechó la mano algo confundido y supe que contrario a lo que creí, no me había librado de nada— Aunque permítame confesar que su presencia me sorprende. ¿Dónde dejaste a Amelia, Carter?
"Mierda" pensé y no supe que responder.
—Renunció —intervino Charlie saludando a William con otro estrechón de manos— Lamentablemente —agregó.
—Oh, cuanto lo siento. Tener a la señorita Edwards como consejera, era probablemente la única buena decisión de tu gobierno, McKellen —se burló y me limité a sonreírle con sorna.
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FIRST LADY - Trilogía Cómplices II [TERMINADA]
RomanceA un año de asumir la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica contra su voluntad, la vida de Carter McKellen es radicalmente diferente a la que tenía, pero también a la que quería. Mucho más juicioso, sereno, maduro e increíblemente apropi...