GUERRA DE CORAZONES

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No sé cómo, cuándo o dónde ocurrió, pero de pronto mi cuerpo se sentía mucho más liviano que de costumbre. Parecía que flotaba, pero estaba todo tan obscuro, que no podía ver ni siquiera mis manos cuando lo intentaba.

No sé cuánto tiempo pasé sumida en las sombras y estaba aburrida, aun cuando miedo era lo más lógico sentir. No había temor, no hacía frio ni tampoco calor. No había ruido, solo silencio.

Me sentía en la nada, en un limbo en el que no había mas que espacio. Solo espacio.

Hasta la noción del tiempo había desaparecido y parecía ni siquiera importarme. Lo único que llamó mi atención, fue una melodiosa voz que escuchaba en la lejanía y que con ritmo tranquilizante, cantaba frases que parecían significativas para alguien.

"Los pensamientos de ti me consumen", "no puedo evitar amarte, incluso aunque lo intentara", "no puedo dejar de quererte. Sé que moriría sin ti", "quédate conmigo un poco más. Yo esperaré por ti", "Estoy vencido en esta guerra de corazones".

¿De dónde venía esa melodía? ¿Por qué escuchaba esa canción? ¿Tenían esas frases que significar algo para mí?

Esas y otras interrogantes al respecto se instalaron en mi cabeza y ocuparon demasiado tiempo, pero al parecer no tenía otra cosa por hacer que pensar en la música que aparentemente venía de alguna parte externa o al menos eso pensé hasta que la melodía se detuvo y gracias a eso, pude escuchar una voz que me parecía conocida.

—Tienes que volver conmigo —Escuché, pero no supe quien hablaba.

¿Quién eres? ¿Te conozco?

No hubo respuesta a mis preguntas, aunque era difícil que alguien respondiera, porque no parecía salirme la voz. Nadie me escuchaba. Ni siquiera yo y aun así, no entré en pánico. Por el contrario, mis sentidos se agudizaron y pude oír agua. Sí, agua, por más disparatado que resultara.

Comenzó como gotas que resonaban como en las alcantarillas en las películas de las tortugas ninjas y poco a poco se escuchó como un curso de agua. Un riachuelo para ser más exacta.

Misteriosamente, mientras la cantidad de agua parecía aumentar, empecé a ser poco a poco más consciente de mi propio cuerpo.

Como si miles de hormigas se hubiesen reunido a mi alrededor y decidieron no claudicar en su camino, la extraña sensación de sus patitas subiendo por mis pies y llegando hasta mi cabeza, me hizo consciente de cada musculo de mi cuerpo y pude percibir el agua bajo mi espalda, en el momento exacto en que empecé a flotar.

¿Estoy flotando? ¿A dónde voy?

No tenía idea de qué pasaba o a dónde iba, solo sabía que flotaba a la deriva, sin destino conocido. ¿Eso si me asustó? Para nada. Nada parecía afectarme, mucho menos cuando escuché otra voz incorpórea −esta vez femenina− que también me resultó conocida.

—Tranquila, nena. Todo estará bien —dijo y sentí el calor de su caricia en mi frente.

Poco después una nueva melodía vino a acompañarme, pero esta si la conocía. Era el nocturno opus nueve, número dos para piano de Frédéric Chopin y la calma que me transmitió fue lisa y llanamente enviada del cielo.

Un momento... ¿y si estaba en el cielo?

La idea no alcanzó a preocuparme, porque antes de que se asentara en mi cabeza, una tenue luz crepuscular hizo que la obscuridad se volviera menos negra y mucho más azulada. Parecía estar amaneciendo y yo parecía haber dejado de flotar en el agua, pero curiosamente, seguía flotando.

FIRST LADY - Trilogía Cómplices II [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora