Gritos era todo lo que escuchaba.
Un ardiente y lacerante dolor en el hombro era todo lo que sentía y haber abandonado a Amelia era todo lo que lamentaba.
En un primer momento todo fue tumulto y confusión y me costó trabajo lograr concentrarme para al menos entender lo que estaba pasando, pero cuando llevé mi mano hasta mi pecho al sentir una viscosa humedad y luego miré mis dedos enrojecidos, descubrí que todo se trataba de un atentado.
— ¡Carter! —gritó Taylor dándome palmaditas en las mejillas— ¡No te duermas! ¡Mírame!
—No estoy dormido —balbuceé con dificultad— ¡Carajo! —exclamé cuando una punzada me atacó sin piedad— ¡Esto duele como la mierda!
—Déjame ver —gruñó tomando mi camisa con ambas manos y con una fuerza digna del increíble Hulk, la abrió sin dificultad, haciendo que los botones volaran a cualquier parte. De no ser por el hecho de que estaba herido, me hubiese resultado hasta erótico y hubiese bromeado al respecto, pero las cosas no estaban para bromas— Es el hombro.
—Lo sé —Imposible no saberlo cuando me dolía como nada me había dolido en la vida, pero lo que realmente llamó mi atención, fue la sangre que escurría por su mano— ¿También estás herido?
—Si, pero no es nada —Le restó importancia quitándose la chaqueta rápidamente y luego de doblarla, la puso sobre mi pecho. Cuando comprimió la herida, juro que sentí que mis pulmones se quedaron sin aire y si no grité de dolor fue porque Taylor también estaba herido, pero aun así era capaz de preocuparse por mí y cuidarme sin siquiera quejarse— ¿¡Cuánto falta para llegar al hospital!? —preguntó en un grito a quien fuese que conducía.
— ¡Seis minutos, señor! —Escuché entre el sonido de un montón de sirenas de vehículos de emergencia y el chirrido de las ruedas de la limosina sobre el asfalto.
Todo era un caos desconcertante y en mi mente cada cosa parecía pasar más rápido de lo que en realidad ocurría, al punto en que estaba teniendo dificultad para retener los sucesos en mi cabeza.
No podía estar muriendo. ¡No quería morir! No se suponía que mi historia terminara así y no estaba pensando precisamente en mi presidencia o en el legado que dejaría, sino que en la única cosa que me interesaba no dejar inconclusa en mi vida.
Amelia.
"Mierda. ¿¡Dónde está Amelia!?" Pensé e hice el doloroso intento de erguirme en el asiento para buscarla, pero Taylor me contuvo.
— ¡No te muevas!
—Amelia. Taylor, ¿¡dónde está Amelia!? —verbalicé mi interrogante desesperado y luchando por mirar a todos lados con la esperanza de encontrarla y recuperar en algo la tranquilidad.
— ¡Está con Shawn! —Lo dijo en tono de regaño para que me quedara quieto, pero no tenerla en la limosina fue aún más angustiante.
— ¿¡Está herida!? —Traté de sentarme sin éxito otra vez.
Creo que por mucho tiempo había subestimado la fuerza que tenía mi jefe de seguridad y había escogido el peor momento para demostrarme lo equivocado que estaba.
— ¡No, no lo está! ¡Cálmate, por favor! —Presionó mi hombro y aunque no hubiese querido calmarme, el dolor que provocó aplacó cualquier intención de seguir discutiéndole— Van a traerla apenas sea seguro abandonar el hotel, ¿de acuerdo?
— ¡De acuerdo, de acuerdo! ¡Pero deja de presionar mi hombro! —supliqué a gritos y él aligeró la carga, pero no todo lo que me hubiese gustado. Sin tener otra opción que obedecer las órdenes certeras y precisas que Taylor daba –a mí y cada persona que estuviese involucrada en mi traslado a toda velocidad al hospital de la universidad de Washington–, una escalofriante idea pasó por mi mente.
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FIRST LADY - Trilogía Cómplices II [TERMINADA]
RomanceA un año de asumir la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica contra su voluntad, la vida de Carter McKellen es radicalmente diferente a la que tenía, pero también a la que quería. Mucho más juicioso, sereno, maduro e increíblemente apropi...