Quien me viera, definitivamente pensaría que había perdido la cabeza.
Primero, irrumpía en el Salón Oval hecha una furia y hacía un escándalo de proporciones y luego, casi en actitud de cachorro desvalido, iba y me despedía de mi jefe antes de que partiera a su viaje a Tucson e incluso le daba consejos de cómo enfrentar la situación.
En honor a la verdad, hubiese creído que mis actos estaban llevándome directo a una habitación contigua a la de Grace en el Saint Elizabeths, de no haber sido por una conversación previa que le daba sentido a mi aparentemente inestable actitud.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó Martin sentándose a mi lado en uno de los asientos del Rose Garden.
Me había ido a esconder ahí después de la discusión con Carter, porque aunque el jardín Jacqueline Kennedy era mi favorito entre los dos, si mi jefe decidía ir a buscarme, el segundo era la alternativa más obvia, mientras que lo único que yo quería era alejarme de él para evitar continuar con el conflicto.
Cuando el capitán Adams llegó, agradecí lo certera de mi decisión, porque además, por alguna razón extraña que solo podía asociar a una absurda e injustificada lealtad que ni siquiera yo me podía explicar, el jardín de la primera dama era un lugar lleno de recuerdos con Carter, que prefería mantener incólumes.
Por más ridículo que sonara, ese era nuestro lugar y no quería compartirlo con Martin ni con nadie más.
—Escapando —admití y medio sonreí— Odio discutir, pero Carter me saca de mis casillas. Especialmente en este momento.
—Si, ya supe —rio— Bueno, media Casa Blanca lo supo —corrigió.
—Demonios —resoplé lamentando aquella desgracia. Lo último que quería era que todo el mundo fuese parte de mis problemas con mi molesto jefe y con el escándalo que había hecho, conseguí justamente todo lo contrario. ¿Pero qué más podía hacer? Se trataba de Grace y de que todo tenía cada vez menos sentido para mí. Estaba desesperada— ¿Crees que exageré?
—Un poco. Pero también creo que todos entendemos la difícil posición en la que te encuentras —agregó rápidamente para tratar de evitar que me sintiera mal por admitir que había sido un completo incordio— Al parecer pasaron demasiadas cosas importantes en el corto lapso de tiempo que olvidaste y honestamente, si fuese yo, no sé si podría tomármelo tan bien como tú lo has hecho.
—Estoy tan cansada —Suspiré, aunque el termino más preciso era agobiada— Solo quiero saber la verdad. ¿Es tan difícil?
—Amelia, si hay algo que me ha quedado más que claro y me consta con el poco tiempo que llevo aquí, es que el presidente se preocupa por ti y por tu bienestar como no se preocupa por nadie más —Sonrió con un dejo de melancolía— Tal vez no debería ser yo quien te lo diga, porque evidentemente me gustas —Lo miré sorprendida, no por lo que dijo, porque de cierto modo ya lo sabía, sino porque lo dijo directamente y sin rodeos— Pero si hay alguien importante en la Casa Blanca para él, esa eres tú. ¡Jamás había recibido tantas instrucciones respecto a una sola persona en particular al llegar a un trabajo! —exclamó con ironía y entre risas.
— ¿Entonces? ¿Por qué lo haces? —interrogué confundida.
— ¿El qué?
— ¿Por qué me dices todo esto, aun cuando no te conviene? ¿No sería más fácil aprovecharse de mi escasa memoria y mentirme?
— ¿Y perder una buena amistad? —arqueó una ceja y puso cara de no creer la absurda idea que le estaba sugiriendo. Al parecer mi mente era mucho más maquiavélica y conspirativa que la de él— ¡Ni loco! Amelia, me gustas. Eres atractiva, tienes una personalidad muy especial y además eres muy inteligente —Si seguía halagándome de esa manera, terminaría sonrojada sin más remedio— Podrías gustarle a cualquier hombre al que no le intimide una mujer determinada e independiente. Pero soy del tipo de personas que creen en el destino y en virtud de eso, estoy seguro de que más temprano que tarde recordarás todo aquello que olvidaste o en su defecto, te lo recordarán y cuando eso pase, descubrirías que te mentí, lo que me parecería un motivo más que justificado para dejar de ser mi amiga.
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FIRST LADY - Trilogía Cómplices II [TERMINADA]
RomanceA un año de asumir la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica contra su voluntad, la vida de Carter McKellen es radicalmente diferente a la que tenía, pero también a la que quería. Mucho más juicioso, sereno, maduro e increíblemente apropi...