— ¡Mueve las patas, osa perezosa! ¡Tenemos que salir de aquí! —repetía Kat una y otra vez, mientras me tiraba del brazo y mis pies no respondían. Parecían pegarse al suelo como si caminara sobre una pasta viscosa de alquitrán.
En ese momento, lo único que era capaz de hacer por mí misma sin ayuda externa, era rememorar reiteradamente el momento exacto en el que Carter me había preguntado a dónde iba, sola y exclusivamente para llamar mi atención y alertarme de su presencia.
Sabía muy bien que mi ex jefe estaba en Londres, pero se suponía que no nos encontraríamos de esa forma o de ninguna otra. Se suponía que yo estaría en un seguro encierro mientras la cumbre se llevaba a cabo y que solo saldría cuando la existencia de Carter estuviese a lo menos a treinta mil pies de altura y con destino a donde fuera que se dirigiera, pero nada había salido como estaba planificado y enfrentarme a él de esa manera, solo empeoraba terriblemente las cosas.
¿Por qué tenía que haber pasado así? ¿¡Por qué!?
—Bueno, jefe. Misión cumplida —concluyó Kat cuando nos encontramos con William en el palacio un par de horas antes.
—Se los agradezco mucho, pero aún me falta recibir a unos cuantos invitados y necesito que se queden con los que ya llegaron, por lo menos hasta el desayuno.
Lo que debió ser una amable solicitud, a mí me sonó más a una orden y no me gustó en absoluto, por más que fuese mi maldito jefe.
—William, sabes que yo no puedo quedarme —Suspiré molesta porque ya lo habíamos conversado con anterioridad y odiaba tener que decir las cosas dos veces, sobre todo cuando eran tan importantes como esa— Sabes que si lo hago, la posibilidad de encontrarme con el presidente McKellen aumenta exponencialmente y no...
—Ya basta, Amelia —interrumpió enojado— Tus problemas personales no pueden interferir en tu trabajo.
— ¿¡Interferir en mi trabajo!? —exclamé ofendida por semejante afirmación, arqueé una ceja y crucé los brazos sobre mi pecho— Kat y yo nos hicimos cargo de toda la organización de la cumbre y lo único que te pedí fue no encontrarme con Carter.
—Bueno, pues evita encontrarte con él y ya —había ordenado antes de irse del palacio y recordarlo hizo que todo tuviese sentido.
—Maldito —murmuré masticando la rabia— Mil veces maldito.
— ¿De qué hablas? —preguntó mi nueva amiga.
—William —respondí sin temer ser sincera— William preparó todo esto para que me lo encontrara —verbalicé mis sospechas.
— ¿Por qué haría algo como eso? —interrogó incrédula mientras seguíamos caminando, pero cuando quise responderle, algo me lo impidió.
— ¡Amelia! —Escuché la voz de Carter justo tras de nosotras y aumenté la velocidad de mis pasos automáticamente, como si mi cuerpo inconscientemente buscara la forma de alejarse del peligro.
Eso era Carter para mí en ese momento. El más grande de los peligros.
—Sácame de aquí, Kat. Sácame, sácame, sácame —supliqué al borde de las lágrimas.
— ¡Amelia Edwards! ¡Detente! —gritó de pronto y aun cuando mis intenciones de salir corriendo eran inconmensurables, todo, absolutamente todo dentro de mí y contra toda razón, le obedeció y mis pies se plantaron al suelo como si de ellos hubiesen brotado fuertes raíces que se aferraban a él automáticamente.
—Am, vámonos. ¡Pero ya! —sugirió Kat al parecer asustada, pero yo solo pude negar con la cabeza y una enorme y solitaria lágrima rodó por mi mejilla.
ESTÁS LEYENDO
FIRST LADY - Trilogía Cómplices II [TERMINADA]
Roman d'amourA un año de asumir la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica contra su voluntad, la vida de Carter McKellen es radicalmente diferente a la que tenía, pero también a la que quería. Mucho más juicioso, sereno, maduro e increíblemente apropi...