La cumbre del grupo de los ocho −que en realidad son siete− había resultado ser mucho más productiva de lo que imaginé que sería.
Luego de la cena con su majestad la reina, habíamos pasado cinco largos días de reuniones, negociaciones y firma de acuerdos que velaban por el interés de nuestros Estados y propendían al desarrollo de ellos por medio de la colaboración mutua. O al menos eso fue lo que decía el discurso que Charlie preparó para despedirnos de la prensa en Inglaterra.
Para mí, personalmente, la visita a Reino Unido había sido literalmente una montaña rusa de emociones.
Reencontrarme con Amelia me había elevado a la décima potencia, porque la oportunidad de suplicarle incluso de rodillas que regresara a Washington se me había puesto en bandeja de plata, pero admito que no esperaba su negativa respuesta.
Contrario a lo que solía ocurrirme antes, la rabia, la desilusión y la tristeza se convirtieron en un motor de una docena de caballos de fuerza y enfocando toda mi concentración y esfuerzos en olvidar todo lo que había ocurrido con Amelia en el palacio de Buckingham, ocupé el tiempo en convertir la visita a Londres en la plataforma de lanzamiento de mi desorbitante carrera.
Ok, tal vez no era para tanto, pero al menos me había hecho cargo de muchos asuntos de los que jamás creí ser capaz de hacerme responsable.
— ¡Eso fue brillante! —exclamó Charlie en voz baja apenas regresé a mi asiento luego de haber expuesto mis puntos públicamente ante los otros presidentes. "Preparándonos para los desafíos del mañana" era el tópico central y referirnos al cambio climático, ciencia, tecnología y energías renovables, fue fundamental— ¿Desde cuándo eres tan elocuente?
—Siempre lo he sido —mentí a medias— Tú eras el que me subestimaba todo el tiempo.
—De acuerdo —exhaló— Tienes un punto.
—Lo sé —Sonreí y nuestra atención se dirigió a la ponencia del primer ministro de Japón.
Había tenido seis reuniones bilaterales, dos discursos, una exposición, unas cuantas visitas oficiales y lo mejor de todo es que no había muerto en el intento. ¡Mi padre debería estar orgulloso! Pero jamás lo estaría, claro. Lo bueno era que a esas alturas, lo que Christopher McKellen pensara, me tenía sin cuidado.
—Bueno. ¿Qué sigue ahora? —pregunté dejándome caer abatido sobre la cama. Estaba agotadísimo.
—Pues mañana temprano te despides de la prensa con este discurso —dijo Charlie pasándomelo— Y abordamos el Air Force One con destino a Berlín. Es hora de comenzar tu gira por Europa.
—Me parece genial —Suspiré mientras hojeaba el dichoso discurso— Esto se ve bien.
—Cualquier modificación que se te ocurra, infórmamela. No quiero sorpresas —Entorné los ojos, probablemente porque si había algo que sabía hacer bastante bien, era salirme del libreto cuando de discursos se trataba y Charlie parecía haberse resignado a ello, pero esta vez no tenía ganas de nada –ni siquiera de improvisar–, así que antes de subirnos al avión, había seguido la pauta al pie de la letra.
—Pronto arribaremos al Berlín Tegel —informó Rossie mirando su reloj de pulsera y trayéndome de vuelta al presente.
— ¡Las virtudes de Europa! —exclamó Charlie maravillado— Todo cerca y rápido.
—Preferiría estar en casa —refunfuñé encogido en mi asiento como un viejo gruñón— Volar de acá para allá, es agotador.
— ¡Siempre tan melodramático! ¡Es poco más de una hora! —reclamó Truman disfrutando de las vistas desde la ventana de la aeronave— Pensé que ya te habías hecho a la idea.
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FIRST LADY - Trilogía Cómplices II [TERMINADA]
RomanceA un año de asumir la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica contra su voluntad, la vida de Carter McKellen es radicalmente diferente a la que tenía, pero también a la que quería. Mucho más juicioso, sereno, maduro e increíblemente apropi...