BURBUJAS DE AMOR

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La siguiente semana comenzó con una reunión de coordinación. O al menos así me gustaba llamarle a esos momentos en que mi personal de estricta confianza se presentaba ante mi en el Despacho Oval con la sola obligación de informar lo que creyeran pertinente y el único deber de prestar atención a mis ordenes y obedecerlas. Aunque en ese caso solo Rossie, Charlie y Taylor, Kim y Shawn estaban presentes. El tema por tratar era bastante especial y quería mantenerlo en la mayor reserva posible.

—La próxima semana es el cumpleaños de Amelia y pienso llevármela por el fin de semana a Camp David —informé— Quiero que descanse y se desconecte de todo esto por un rato.

—Coordinaré todo y te lo informaré —dijo Rossie con toda diligencia.

—No quiero ni asomar la nariz en dos días, así que, por favor, organiza todo lo necesario respecto a la alimentación y a los equipajes.

—Apenas terminemos aquí, me pongo a ello.

—Gracias, Rossie —Le sonreí conforme— Taylor, después de lo que conversamos, es necesario doblar la seguridad de Amelia. No es nada personal —Miré a Kim y a Shawn— Ustedes hacen un gran trabajo, pero conozco a mi mujer y su afán por hacer miles de cosas, así que necesitarán apoyo —Ambos asintieron con la cabeza y de verdad no lograba entender cómo les habían enseñado a hacer eso, ni mucho menos cómo lo habían logrado aprender. Lo peor de todo es que me temía que ese sería un misterio que jamás podría resolver— Amelia no puede salir de la Casa Blanca sin su dispositivo completo de seguridad, aunque no le guste.

—Habla con ella también por favor. Eres uno de los pocos que con esfuerzo logra persuadirla —bromeó.

—Lo haré, lo haré —reí— Pero no te aseguro nada. Aún así, no la dejen salir sola. Por favor —Todos asintieron de una forma o de otra, ya fuese con gestos o palabras— Mis suegros se van de viaje un día antes que nosotros a Baltimore. Taylor, coordina que alguno de tus hombres los lleve al aeropuerto.

—Hecho.

—Ah, respecto a la seguridad en el viaje, aumenta las medidas, pero quiero que tu gente sea invisible. Quiero que Amelia al menos sienta que la Casa Blanca no la persigue y además, avísale al comandante de la unidad que no quiero señal telefónica ese fin de semana. Cualquier cosa que necesiten informarme, que te la hagan saber a ti. Tú y solo tú, siempre y cuando mi presencia sea estrictamente necesaria, vas y me lo dices. Pero no quiero tener que lidiar con los caprichos de un congresista o algo así de irrelevante. No esos días. ¿Está claro?

—Como el agua, jefe

Estaba seguro de que después de esa orden, cualquiera que osara interrumpir la celebración del nacimiento de Amelia, primero tendría que pasar por sobre el cadáver de Taylor, siempre y cuando lograran matarlo, cosa que a mí me parecía técnicamente imposible, así que podía estar tranquilo al menos en cuanto a eso.

Amelia me había dicho unas cuantas veces que odiaba celebrar su cumpleaños y aunque desconocía las razones, mi teoría era que nunca lo había festejado de una manera que se acomodara a ella y a su personalidad. Tenía que reconocer que la fiesta de disfraces del año anterior había sido una idea graciosa, pero yo había apostado por algo mucho más austero, privado y significativo. Ya saben, algo que terminara siendo uno de nuestros buenos momentos, de esos que valdría la pena recordar de vez en cuando en el largo camino que nos quedaba de vida.

Desde antes del viaje a Nueva York, había estado planeando todo con lujo de detalle y me sentía como un niño pequeño tramando una travesura.

No hay persona en el mundo que no recuerde cómo se sentía en su infancia al hacer algo así, porque en esa circunstancia en que todo podía salir bien y según lo planeado o por el contrario, podía resultar pésimo y convertirse en un fiasco, los nervios que provocaban esas probabilidades se sentían como un cosquilleo en el estómago que no dejaba de ser agradable.

FIRST LADY - Trilogía Cómplices II [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora